l viernes 13 de noviembre la ciudad de París fue blanco de una serie de ataques terroristas que arrojan un saldo provisorio de más de 120 muertos y unos 200 heridos. Seis ataques coordinados y simultáneos que incluyen tomas de rehenes, atentados suicidas, tiroteos en restaurantes, bares y centros comerciales y explosiones en la puerta del Estadio de Francia, mientras se disputaba un partido a estadio lleno y con la presencia del propio presidente francés entre el público. El gobierno francés adjudicó inmediatamente los atentados como “obra de yihadistas del Estado Islámico”, versión que ha tenido su confirmación en un comunicado posterior del ISIS reivindicando su autoría. Si esto fuera así, sería el primer caso de un ataque terrorista organizado por el EI en Europa. Se declaró el estado de emergencia en todo el territorio nacional, lo cual otorga facultades especiales a las fuerzas de la policía para detener a cualquiera, fuera de todo marco jurídico regular. Las fronteras del país están bloqueadas y las fuerzas militares se mueven de acuerdo a la caracterización de “acto de guerra” con que Hollande asumió los hechos. Esta desmesurada calificación habilitaría una intervención conjunta de las fuerzas militares de la OTAN, según sus normas. El repudio a estas acciones terroristas que, cobardemente, apuntan sus armas contra el pueblo, debe ir acompañado con el rechazo a la intervención imperialista francesa y del resto de las potencias en Siria, Irak y en toda la región de Medio Oriente, que son responsables de las catástrofes humanitarias que, tan sólo en la guerra civil siria, causó 250.000 muertos y cuatro millones de refugiados. Con posterioridad al atentado de enero al periódico Charlie Hebdo, se habían intensificado fuertemente las medidas de seguridad en Francia, entre ellas 10.000 militares patrullando las calles, y 25.000 policías vigilando permanentemente, la puesta en práctica de una Ley de Servicios Secretos que autoriza la recolección masiva de datos de la red. Los atentados se produjeron el mismo día en que se ponía en marcha el alerta global de la policía, preparando la Cumbre sobre el Clima que tendrá a París como sede en los próximos días y que aspiraba a recibir más de 180 jefes de Estado. Al mismo tiempo, el ataque se dio horas antes del inicio de la segunda reunión de Viena, para resolver sobre el futuro de Siria. Atentados como los ocurridos es París, en Líbano y Turquía, junto a su secuela de víctimas inocentes, refuerzan las tendencias belicistas de las potencias imperialistas, el ataque a las libertades democráticas y nacionales de los pueblos y exacerban el racismo y la xenofobia. Por todo, llamamos a los trabajadores y pueblos del mundo a solidarizarse con el pueblo francés y sus víctimas, a repudiar la barbarie imperialista que alimenta las guerras de opresión y saqueo y a defender las libertades democráticas de los pueblos y naciones oprimidas. PARTIDO REVOLUCIONARIO MARXISTA LENINISTA 14/11/2015