El Partido y las elecciones

Miércoles, 15. Julio 2015

La política a seguir durante las elecciones representa un problema táctico a ser determinado ante cada coyuntura en particular, sin caer en posiciones principistas, alejadas del marxismo - leninismo. Nuestro partido reivindica la tradición comunista que asume la batalla política que plantea el llamado a elecciones por parte de la burguesía, en la disputa por la conducción del movimiento de masas y para propagandizar nuestra línea revolucionaria. En esta nota presentamos una breve reseña de nuestra táctica frente a cada coyuntura electoral, con un pequeño balance de cada una de ellas.

Las primeras elecciones que afrontó nuestro partido fueron las de 1973 que consagraron presidente a Cámpora. En ellas llamamos a votar en blanco. Esta conducta se apoyó en la estimación del período abierto por el Cordobazo, en donde Vanguardia Comunista peleaba por nuevas insurrecciones populares dirigidas por la clase obrera que apuntalaran el camino de la lucha por el poder. En esa dirección trabajamos por el Viborazo del ’71, que terminó de sellar la suerte del presidente de facto Levingston. Lanusse, al asumir la presidencia, maniobró para concretar el “Gran Acuerdo Nacional” entre las FFAA, Perón y Balbín dirigido a cerrar la situación abierta en 1969 en el marco de una salida que normalizara las instituciones del régimen. Ante ello nuestra línea en contra del GAN se tradujo en la consigna “ni golpe ni elección, revolución”.
La táctica antiacuerdista era en lo esencial correcta. Sin embargo, años después el partido balancearía que no advirtió el ciclo descendente del auge abierto en el Cordobazo y el crecimiento en el movimiento de masas de las expectativas en la vuelta del peronismo al poder, y con ello en el proceso electoral abierto, el primero sin proscripciones desde 1945. Lo correcto hubiera sido presentar una lista propia de izquierda revolucionaria para disputarle a la dirección burguesa del peronismo la influencia de masas.
El siguiente proceso electoral fue a la salida de la dictadura en 1983. En esa ocasión, la táctica adoptada fue la de “votar al peronismo desde la izquierda” apoyando la candidatura de Luder. Las razones de esta conducta hay que buscarlas en las ideas incorrectas que predominaron en el balance partidario hacia el final de la dictadura y a la salida de la misma, en donde se sobrestimó el problema de la unidad con el peronismo, al tiempo que se subestimó la profundidad del pasaje de la cúpula del PJ progresiva e indefectiblemente al campo de la gran burguesía. Camino al que no era ajeno el propio Perón ya en su regreso en el 73.
Esta línea por derecha fue corregida con la conformación del Frente del Pueblo, del cual nuestro partido fue co-fundador, junto al MAS, el PC, compañeros provenientes del PRT y de la izquierda peronista. Esta política frentista reubicaba al partido por izquierda, en un contexto en que la movilización popular tenía un carácter fundamentalmente pacífico. El FP formó comités de campaña en el que las fuerzas integrantes militaron de conjunto para las elecciones legislativas de 1985. Además, el FP fijó posición unitaria ante otros acontecimientos por fuera de la coyuntura electoral. Se trató de una experiencia breve, ya que el FP se disolvió tras los acuartelamientos carapintadas: mientras nuestro partido auspició la movilización popular independiente para enfrentar a los milicos, el MAS y el PC acompañaron el llamado a la calma de Alfonsín que negoció las leyes de impunidad, resignando así una intervención popular independiente.
A partir de allí nuestro partido se presentó a elecciones con listas propias. Para las legislativas de 1987 consiguió legalidad electoral en la provincia de Salta. Dos años después presentó por primera vez una fórmula propia para competir en las presidenciales. La encabezó nuestro entonces secretario general Mario Geller, acompañado por Elisa Delboy, una militante independiente que había sido la compañera de Rogelio Rodríguez, quien cayó asesinado en la movilización popular que se enfrentó a los milicos acuartelados en Villa Martelli. Las consignas de campaña eran “Seamos como el Che” y “Esto no va más, hagamos Cordobazos”, y las boletas tenían la imagen de Ernesto Guevara. También se presentaron listas legislativas en Santa Fe y Tierra del Fuego, además de Salta. En esas mismas provincias hubo presentación de listas para las legislativas de 1991, destacándose la elección en Santa Fe, en las que se obtuvieron más de 7000 votos y en las que el tribunal electoral pretendió bajar las boletas con la imagen del Che, maniobra que fue desbaratada.
Esas fueron, hasta hoy, las últimas elecciones en donde presentamos o apoyamos candidatos. Luego del Santiagazo de 1993, pueblada que tuvo como blanco los símbolos de los tres poderes del estado, se produjo un cambio en la relación del movimiento de masas con las instituciones del régimen, iniciándose un camino de desconfianza hacia las mismas que alcanzó su pico en las legislativas de 2001, que popularizaron la expresión “voto bronca”. Asimismo, la democracia burguesa reforzó su carácter restrictivo luego del Pacto de Olivos de 1994. Fruto de este acuerdo entre el PJ y la UCR fue convocada la Constituyente de 1995. Ante ella asumimos la actitud de no votar, ya que la misma estaba destinada a aprobar un paquete reaccionario ya pautado de antemano. Fue la primera de una serie de elecciones hasta hoy en la que el partido adoptó la línea de no voto, voto anulado o voto en blanco. 32 años de democracia amañada en favor de los monopolios; la esterilidad del debate parlamentario, con votaciones a libro cerrado que no pocas veces son repudiadas en la calle por movilizaciones violentas; la rebelión de diciembre de 2001 y la persistencia de una lucha popular que no puede ser derrotada, nos afirman en esta táctica.
Facundo Palacios

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Miércoles, Julio 15, 2015 - 00:30

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