Arrancó el mes y la preocupación oficial por controlar la situación en los últimos meses de gestión no encuentra terreno firme. Más bien, es la propia fragilidad e hibridez de las fuerzas... Ver más
Editorial - Luchar para derrotarlos y que se vayan

El nuevo acuerdo con el FMI le dio aire al gobierno. En lo político, le permitió retomar cierta iniciativa en un año en que venía de un descalabro detrás del otro. En lo económico, colabora con contener la inflación tras la suba sostenida de los primeros meses. Se trata de un plan para administrar el corto plazo, en la expectativa de llegar competitivos a las elecciones de octubre.
Si la deuda que había contraído Macri ya era impagable, esta nueva deuda es más impagable todavía. En la mano que dio Trump para aprobar el crédito se adivinan intereses estratégicos de los yanquis en nuestro país, relacionados a recursos naturales, bases militares y el ataque a las posiciones de China. Es decir, a cambio de la plata del Fondo la Argentina se somete a una entrega a lo grande.
El rumbo del gobierno va a seguir profundizando las contradicciones por arriba. El gran ganador con el plan libertario sigue siendo el capital financiero. Con la tasa de interés en pesos más alta que el dólar, el carry trade seguirá atrayendo capitales especulativos. Es lo que recomienda hacer JP Morgan en su último informe, aclarando que el plazo prudente para llevarse la plata del país es entre agosto y octubre. Los grandes productores agrarios liquidan cosecha para cubrir costos y ante la amenaza de mayores retenciones, pero avisan que el dólar está demasiado bajo. La renovación de autoridades de la UIA anuncia una postura de mayor confrontación de los industriales frente al gobierno, que viene atacando al sector, en el discurso pero sobre todo con una apertura de importaciones que viene destrozando a la industria local.
La insistencia de Macri porque el PRO no se diluya es una expresión en la política de que hay fracciones del gran capital que buscan interlocutores que puedan expresar mejor sus intereses.
Se agota la paciencia
Por abajo, el acuerdo va a traer más motosierra. El gobierno quiere avanzar por ley en una reforma laboral que ya se viene implementando de hecho. Van por los convenios colectivos de trabajo. Vuelve a sonar con fuerza el tema de la reforma previsional, en tiempos en que los jubilados de la mínima -con bono incluido- subsisten con $366.481 y quienes cobran la PUAM están en $307.189. Mientras tanto, las condiciones de vida se siguen pauperizando. El consumo lleva 15 meses de caída. La quita de subsidios hace que todos los meses haya un aumento nuevo en las tarifas.
Milei le viene haciendo la guerra a los trabajadores. El gobierno acaba de fijar por decreto el salario mínimo en $302.600 en abril hasta llegar a $322.000 en agosto. Teniendo en cuenta que la canasta básica está arriba de $1.100.000, una familia tipo debería tener casi cuatro salarios mínimos para no ser pobre.
Por más que dibujen números, la pobreza no solo es un problema de trabajadores informales, sino que también alcanza a los registrados. En lo que va del año, el salario perdió un 2,2% frente a la inflación; en 2024 había cerrado un 37% abajo. Así las cosas, el gobierno pretende imponer paritarias de uno o dos puntos mensuales, amenazando con no homologar las que cierren por arriba de su pauta, como los casos de Gráficos de provincia de Buenos Aires o de Comercio
En este punto es interesante analizar la postura tomada por el eterno oficialista Armando Cavallieri. El SEC y las cámaras del sector acordaron un aumento salarial de 5,4% en tres tramos; ciertamente más que modesto, pero por encima del techo del gobierno, que a través de la Secretaría de Trabajo convocó a una reunión para revisar el acuerdo, argumentando “razones de orden público”. Comercio rechazó ese llamado y declaró el estado de asamblea.
Más allá de cómo se desarrolle ese conflicto, es una señal de que la cúpula de la CGT, a diferencia de su conducta del año pasado, le viene poniendo reparos al gobierno libertario. Su motivación principal no es luchar por los trabajadores, ya que estuvo casi todo el 2024 dejando pasar despidos, precarización laboral y salarios a la baja. A través de ella interviene un sector del empresariado que con el plan libertario pierde más de la cuenta. Y se trata también de una dirigencia que sabe acomodarse cuando percibe malestar por abajo. La huelga de colectivos de comienzo de mes, si bien estuvo mediada por el problema de los subsidios, mostró la bronca creciente de los choferes por los bajos ingresos. Asimismo, el paro general del 10 de abril fue masivo. Son indicadores de un estado de ánimo entre los trabajadores, que vienen amasando el malestar frente a las consecuencias de la política de Milei y su casta.
Que la burocracia rompa la tregua con el gobierno, aunque sea parcialmente, es una buena noticia en la medida en que ofrece mejores condiciones para la lucha. Pero confiar en su dirección sería suicida. Es el combativismo el que tiene que abrirse paso, empujando la pelea, haciendo punta allí donde tiene condiciones y yendo al encuentro de los sectores que desde cada identidad o pertenencia quieren darle despliegue a sus ganas de luchar.
Las elecciones y la calle
El cronograma electoral que arrancó el mes pasado viene ratificando que LLA no es una fuerza nacional, y que vivir de prestado tiene sus consecuencias. Fue lo que pasó en Santa Fe, en donde el gobernador Pullaro se impuso ampliamente. Se trata de un mandatario de buena llegada al gobierno, que viene trabajando con Patricia Bullrich el tema represivo bajo el manto de la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, aprovechó las elecciones constituyentes para diferenciarse de los libertarios, cuya lista quedó bastante abajo. Las buenas noticias vinieron de Salta, en donde el candidato libertario hizo una buena elección en la capital, y en Chaco, en donde se subieron al caballo del gobernador radical Zdero. El resto del interior no proyecta grandes resultados. Si bien es un hecho que preocupa al sector de Karina Milei y los Menem, por ahora se impone el criterio de Santiago Caputo de que las paradas en CABA y provincia de Buenos Aires son las que proyectan el escenario de octubre.
Junto a esta interna libertaria, se viene hablando mucho de cuán cerca o cuán lejos está el acuerdo entre LLA y el PRO, recientemente ensuciado por el desencuentro en el tratamiento de ficha limpia. Si bien son temas para seguir de cerca, lo principal de estas elecciones es que se están desarrollando en un marco de crecimiento de la movilización popular, expresada en luchas en donde todavía prima la dispersión, pero que van configurando un escenario de hartazgo. Para un sector muy grande del pueblo, son un canal para expresar su repudio a la barbarie libertaria.
El gobierno llega en peores condiciones de lo que quisiera. Es cierto que cuenta con el oxígeno del acuerdo con el Fondo, pero a largo plazo su perspectiva es sombría. En este marco, los resultados electorales arrojarán datos a tener en cuenta, pero menor determinantes de lo que se pretende hacer creer. Lo decisivo será si la lucha del pueblo puede derrotar en las calles al ajuste de Milei.
La táctica electoral tiene que servir para que el castigo al gobierno abone el escenario principal de la pelea contra su plan, el escenario callejero. En las elecciones hay que golpear al gobierno desde un programa que ponga como centro la necesidad de suspender los pagos al FMI, nacionalizar la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos, medidas que deben ser acompañadas de un aumento de emergencia para salarios, jubilaciones y ayuda social, el castigo a los monopolios que aumenten precios arbitrariamente o acaparen productos, el fortalecimiento de la educación y la salud públicas y de la defensa de las libertades democráticas. Junto con este programa, es fundamental darle forma a la fuerza social que pueda luchar por imponerlo.
En esta dirección, de cara al trabajo hacia las legislativas nacionales, en cada distrito el PRML acompañará críticamente a las listas que mejor expresen esta orientación, o votará en blanco allí en donde considere que aún no hay condiciones.
Para resolver la cuestión de fondo, seguiremos trabajando en el impulso a la confluencia hacia el paro activo nacional para que se vayan, planteando la necesidad de una coordinadora nacional de la resistencia y las luchas, que tiene que pujar por dirigir esa unidad, sin sectarismos y sin medias tintas.
En el año de su 60 Aniversario, el PRML sostiene el proyecto revolucionario que en 1965 nació con Vanguardia Comunista, defendiéndolo en todos los terrenos de la lucha de masas.
Agustín Damaso
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