Ni una Menos: basta de femicidios

Jueves, 9. Octubre 2025
Ni una Menos: basta de femicidios

Sigamos en las calles con el grito de justicia por Brenda, Lara y Morena y por todas

El triple femicidio de Morena Verri, (20) Brenda del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15), puso una vez más al descubierto el entramado narco y de explotación sexual que al amparo de la policía, opera en los barrios populares. 

Esto no es nuevo, pero la situación se vuelve más brutal por el ajuste salvaje de Milei, que arroja a cientos de jóvenes a la miseria y al "sálvese quien pueda", frente a un futuro cada vez más incierto en medio de la precariedad de la vida, que impide proyectar más allá del aquí y ahora. Mientras el bolsillo popular se desploma, de la mano del lavado de dinero y los blanqueos de capitales los narcos están afianzando el manejo de la economía cotidiana en las barriadas. A la vez que meten mano en la política y plata en la billetera de funcionarios como Espert.

Familias enteras atrapadas en la pobreza son utilizadas por estas redes que acumulan millones de dólares imponiendo sometimiento, extorciones y violencia. Se presentan como la salida rápida y posible frente al desamparo, ofreciendo con facilidad una liquidez de dinero que el mercado de trabajo -hoy totalmente precarizado, devaluado y de difícil acceso para la mayoría de los pibes y pibas de los sectores populares- no garantiza. Ofrecen desde lo más “clásico” -manejar una cocina o ser soldadito- hasta lo más reciente: meterse en el mundo de las apuestas ilegales o andar llevando y trayendo plata de préstamos que terminan siendo un salvavidas de plomo en los barrios. Y por supuesto, la estrella del momento: la ilusión para los pibes de convertirse en “trader” y tener de inmediato la foto con la casa lujosa y el auto de alta gama. 

En este entramado, convertidas en el eslabón más vulnerable y descartable de la cadena, están las pibas y sus cuerpos. Narcos y proxenetas que se pasean impunes, captando y regenteando: son parte del escenario al que están expuestas las niñas, adolescentes y jóvenes en las barriadas donde las redes de trata y explotación sexual están afianzadas. Jóvenes mujeres que intentan sobrevivir en un contexto donde las estadísticas muestran que, hasta los 29 años, encabezan los índices de desocupación del país. 

“No hay víctimas buenas o malas”, gritamos en las calles pidiendo justicia cuando conocimos la terrible noticia del femicidio de Lara, Brenda y Morena, enfrentando a la prensa amarillista que insensiblemente salió a denigrarlas y culparlas por su propia muerte. El fantasma del “algo habrán hecho”, propio de los sectores reaccionarios que buscan instalar sentido común, echó a andar bastardeando la vida de pibas humildes que fueron torturadas y masacradas con crueldad. Estamos curtidas para la pelea: lo mismo sucedió con Lucia Pérez y con otras jóvenes juzgadas y estigmatizadas. Encontradas en bolsas de basura, la bronca hizo eco en el repudio a las publicidades de Shell e YPF que, semanas antes, mostraban cómo mataban y metían en bolsas de consorcio a una mujer para que “deje de molestar”. 

De fondo está la misoginia del gobierno libertario y sus discursos de odio que no solo habilitan, sino que también promueven el ejercicio de la violencia hacia las mujeres y diversidades, en línea con el desguace de las políticas de prevención y asistencia. Con Bullrich a la cabeza, y como es de esperarse, el gobierno -junto al séquito de periodistas lamebotas que le queda- no habla de femicidios sino de asesinatos a secas, pretendiendo invisibilizar la violencia de género instalada en el entramado mafioso que decidió terminar de una manera atroz con la vida de dos pibas jóvenes y una adolescente. 

Los femicidios en contextos narco se conciben muchas veces como mensajes disciplinadores, ejecutando el horror que se pretende trasmitir sobre los cuerpos de las mujeres considerados desechables. Las vejaciones sufridas por las chicas y su exposición dan cuenta de ello, configurando un triple femicidio que dejó en evidencia cómo la explotación de clase y la opresión de género pueden resultar letales en la vida de las mujeres pobres. Aspecto que afecta también con crudeza a la juventud trans de los sectores populares. No hay forma de que las redes narcos, de trata y de explotación sexual, sean más grandes o más chicas, funcionen sin la connivencia de la policía, de sectores del poder judicial y de quienes tienen el control político en los barrios: por eso decimos que el Estado y los gobiernos son responsables. Y como advierte la familia, es posible que tras el espectáculo que propicia el gobierno a través de los medios de comunicación con la captura de las personas imputadas por planificar y ejecutar los femicidios, haya un entramado mucho más grande que posiblemente no salga a la luz.  

Ante todo esto, desde el movimiento de mujeres y diversidades salimos con rapidez y de forma espontánea a las calles, demostrando que, aunque hoy no estemos en la cresta de la ola, nuestra capacidad de movilización continúa aceitada. Pero si bien las movilizaciones tuvieron ese carácter espontaneo, no hay que perder de vista que estuvieron impulsadas de hecho por el empuje de las familias, amigos/as, vecinos/as que, desde el mismo día de la desaparición de las chicas, lograron visibilizar la situación saliendo a reclamar su búsqueda cortando la rotonda de La Tablada. En las calles los primeros días enfrentaron a la represión del ministro de seguridad bonaerense y la desidia de la policía que tardó 48hs en buscarlas, cuando se sabe que las primeras horas son fundamentales. De ahí surge, en parte, la bronca en el barrio contra el gobernador Kicillof y contra el intendente Espinosa, que todavía se mantiene en silencio. Posteriormente como sucedió en otros femicidios, el sostenimiento del corte en la rotonda por parte de las familias fogoneó el desarrollo de las movilizaciones que se sucedieron en todo el país. 

Como venimos denunciando, hay prácticamente un femicidio por día y tras el ajuste y la creciente feminización de la pobreza, hay menos recursos para enfrentarlos y poder salir del círculo de la violencia. Hoy la militancia en los barrios que promueve la solidaridad de clase, la organización y la lucha es lo que mitiga algo de toda esta barbarie. Por eso decimos que es muy importante acompañar las acciones de las redes de las víctimas, apuntando a que trasciendan y que el pedido de justicia se trasforme desde las calles en una justa causa popular. En este sentido, junto a las compañeras de la CUBa-MTR estuvimos presentes en los cortes solidarizándonos con la familia y luego en las concentraciones de las distintas ciudades. También en la movilización de Plaza Flores en CABA y en la realizada el sábado 28 de septiembre de Plaza de Mayo a Congreso, junto a las pibas y pibes de la 29 de Mayo, que salieron a pedir justicia desde la conducción del Centro de Estudiantes del Profesorado Joaquín V González. 

Tenemos la tarea de poner en pie asambleas y espacios de organización para volver a levantar la lucha por nuestros derechos, con el objetivo de aportar nuestra fuerza callejera a derrotar el ajuste, la entrega y la misoginia libertaria. En este camino toma cuerpo la pelea para que se vaya Milei y por construir la fuerza social que pueda poner en pie acciones fundamentales para el bienestar popular: la suspensión del pago y la investigación de la deuda, la estatización de la banca y el comercio exterior, que por ejemplo apunten a terminar con el negocio narco que se lleva la vida de nuestros pibas y pibas.  

Todos estos debates llevaremos al próximo Encuentro de Mujeres y Diversidades en Corrientes a realizarse los días 22 23 y 24 de noviembre, junto con el pedido de libertad para Carina Izaguirre y el cese de la persecución a la compañera Mecha Martínez y las delgadas de Gualeguaychú. 

Julia Quinteros

Jueves, Octubre 9, 2025 - 20:30

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