Hay que volver a las calles

Jueves, 11. Septiembre 2025
Hay que volver a las calles

Septiembre arrancó con un dato escalofriante: se cometieron más de 100 crímenes de odio en los primeros seis meses del año. Estos datos surgen del informe semestral publicado por el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGTB+, advirtiendo que, en el país, la violencia hacia la comunidad LGBTIQ+, alcanzó cifras alarmantes. Fueron en total 102 crímenes de odio, un 70% más que en el mismo período de 2024. 

El informe arroja otro dato preocupante: el 65% de los ataques fueron cometidos principalmente por fuerzas de seguridad en ejercicio de sus funciones. Las mujeres trans concentran el 70% de los casos registrados, lo que vuelve a poner en evidencia el alto grado de vulnerabilidad al que están expuestas. Sumado a esto, finalizando agosto, las organizaciones que elaboran las estadísticas de femicidios continúan advirtiendo que se comete uno cada 36 horas; es decir, cada día y medio, una mujer es asesinada en Argentina, víctima de violencia de género. Se mantienen los mismos patrones que venimos denunciando: la mayoría de los victimarios son parejas o ex parejas, y el femicidio se comete en el hogar de la víctima. Algunas mujeres realizaron denuncias y lograron obtener medidas de protección, que resultaron totalmente insuficientes.  

A 10 años del primer “Ni Una Menos”, las elevadas estadísticas de femicidios se mantienen: si esto ocurría incluso cuando existían algunas políticas de prevención y asistencia, el dato evidencia la urgencia de retomar la lucha callejera ante el desmantelamiento de las áreas de género y diversidad por parte del gobierno libertario. Porque ese retroceso, junto con los discursos misóginos y de odio y la crisis económica que atravesamos, incrementa las situaciones de vulnerabilidad y el riesgo de vida. 

La creciente precariedad en las condiciones de vida del pueblo en general, y de las mujeres, travestis y trans en particular, no solo dificulta, sino que, en este contexto crítico, limita gravemente las posibilidades de salir del círculo de la violencia y de proyectar autonomía. 

En correlación con la precarización de la vida material las condiciones subjetivas para enfrentar una cotidianeidad dolorosa, cobran fragilidad. Y este no es un dato menor. Muchas mujeres relatan en distintos espacios, laborales, de estudio y en los barrios, cómo en este tiempo de ajuste salvaje, la imposición social naturalizada del cuidado del grupo familiar y de otras personas afectadas por la crisis, está impactando gravemente en su salud mental, con altos niveles de angustia. Desde que asumió Milei, y más aún en este último año, ya no se trata solo de cargar con las tareas domésticas y un empleo: son los cuidados, el pluriempleo formal e informal, la “multi changa” y la mesa que explota de hambre lo que tenemos que soportar miles de mujeres para poder llegar a fin de mes. 

La gravedad del dato se entiende mejor al contextualizarlo: dentro de la franja más pobre de la población, la mayoría de los hogares son monoparentales, con jefatura femenina y niños y niñas a cargo. Y dentro de la angustia se encuentra el miedo a perder los ingresos. Un informe publicado recientemente por Ecofemidata respecto al primer trimestre del año, alerta que creció la desocupación, que golpea más fuerte a la población joven, y aún más a las mujeres con un 9% frente a un 7% de los varones de entre 14 y 29 años. La brecha de ingresos entre varones y mujeres en el trabajo formal aumentó a un 29,1% y en el informal se sostiene dentro del rango del 32,7%.

El malestar está empezando a ganar terreno implosionando la vida cotidiana. La tarea es volcarlo a las calles en unidad con las luchas que van floreciendo contra el gobierno corrupto y ajustador de Milei para golpearlo y que se vaya. 

Estamos atravesando una etapa en que pareciera que los tiempos se acotan hasta para organizarnos, pero contra todo pronóstico desalentador, el movimiento de mujeres y diversidades tiene una enorme tradición de lucha, con sus altas y bajas, sobre la cual asentarse para recomponerse y avanzar. Tenemos que volver a las asambleas, a los debates, construir un programa común y llevarlo adelante como hicimos, por ejemplo, con la lucha callejera por el aborto legal. Retomando y fortaleciendo los métodos de organización obrera y popular que el gobierno intenta quebrar, porque son los que sirven a la hora de enfrentarlo. 

Hay que despertar al movimiento de mujeres y diversidades desde la lucha que podamos fogonear en cada espacio donde estamos. Tenemos que sostener la pelea contra el ajuste y el FMI, los femicidios, por la ESI y en defensa del aborto legal, contra la trata, por salarios jubilaciones e ingresos dignos, contra los despidos, por trabajo y vivienda y salir a las calles ya. 

En ese camino nos preparamos para viajar al 38° Encuentro de Mujeres y Diversidades en Corrientes, que se realizará el fin de semana largo de noviembre. Y para seguir organizándonos, próximamente realizaremos un ciclo de formación surgido de los espacios de debate de los encuentros de Juntas nos Hacemos Fuertes. 

Julia Quinteros

Jueves, Septiembre 11, 2025 - 17:00

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