El malestar en la cultura

Miércoles, 19. Abril 2023

¿Es posible ser feliz? ¿Podemos los seres humanos alcanzar la satisfacción plena de nuestros deseos y de nuestras necesidades? Estas preguntas, cuya sola enunciación excede en mucho nuestros humildes recursos intelectuales, son, a no dudarlo, los cuestionamientos que han perturbado a la humanidad desde los albores de la civilización.

En 1930 vio la luz "El malestar en la cultura", obra memorable de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y de otros hijos no deseados del todo, como el movimiento surrealista francés de entreguerras. En ese libro, Freud plantea que la sociedad ha sido organizada para moldear, y sobre todo para reprimir, los impulsos vitales -las pulsiones- de los hombres (pero sobre todo de las mujeres, en opinión de este columnista). Así, la moral se yergue como una organizadora de la necesaria vida social, y al mismo tiempo como una extraordinaria fuerza represora y coercitiva. Los impulsos naturales de los seres humanos son la sexualidad y la muerte y esto es lo que se reprime, lo que se moldea, lo que se condiciona. No es entonces, según Freud, que se nos prohíba matar o hacer el amor, sino que ambas cosas deben estar "reglamentadas". Por otra parte, siempre desde el punto de vista freudiano, al estar basada la vida de los individuos en la represión de sus pulsiones-deseos más elementales, la felicidad puede ser vivida como una ráfaga, como algo absolutamente transitorio, episódico, fugaz, nunca como una realidad permanente. La sociedad está organizada entonces para garantizar la infelicidad de quienes la componen.

En los tiempos que corren han surgido en todo el mundo los profetas de la "libertad". Estos plantean que los seres humanos debemos ser "enteramente libres", y que el "individuo" debe prevalecer sobre la "masa". La "masa" es inculta, caprichosa y estúpida. El "individuo" en cambio, es inteligente, culto y capaz. Y en esta concepción la libertad debe ser total, sin límites morales, políticos o sociales de ningún tipo. La satisfacción de lo pulsional debe ser, entonces, el camino hacia la libertad verdadera.

"Solo eres culpable si te atrapan", parecen decir quienes, como Milei, Espert, Patricia Bullrich y otros niegan la posibilidad de redención colectiva y apuestan por un país -y un mundo- en donde predomine la ley de los más fuertes, de los más inescrupulosos, de los más salvajes.

Libertad para hacer lo que yo quiera, desde emborracharme y salir a cien kilómetros por hora por las calles, hasta vender y comprar órganos de manera legal. Libertad para despedir sin preaviso ni indemnización. Libertad para disparar indiscriminadamente contra los pueblos. Libertad. 

Las derechas se han apropiado de una palabra sagrada. Es hora de que la recuperemos para los trabajadores, para los necesitados, para los desplazados de la tierra.

Carlos Ruiz

Miércoles, Abril 19, 2023 - 22:00

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