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El capitalismo imperialista en crisis

Para hacer una caracterización que ligue la situación local con la internacional, es necesario comenzar señalando la primacía del endeudamiento externo en la caracterización de la situación. Se trata de un aspecto que pone en el centro de la escena el problema de la dependencia y el imperialismo como una unidad dialéctica y la perspectiva revolucionaria y socialista como solución de dicha contradicción.
Hace unos años, tras los decretos de endeudamiento de la dupla Macri - Caputo señalamos que por su magnitud más temprano que tarde el nuevo endeudamiento se convertiría en un centro gravitacional capaz de llevar a la miseria a millones de argentinos. Y no nos equivocamos, aunque sí nos quedamos cortos: la magnitud de la deuda resultó, más que un centro gravitacional, un verdadero agujero negro.
El auge del parasitismo financiero está llevando a la quiebra a miles de industrias y con ella a la descapitalización del país y a la bancarrota a cientos de miles de trabajadores. La bicicleta financiera está ahogando incluso a la actividad primaria, por lo que el extractivismo de los recursos naturales y el agronegocio resultan cada día menos rentables. De esta forma el negocio de la deuda pronto verá su fin en la medida en que ni siquiera habrá ingresos frescos por la venta de commodities y granos para pagar el capital y los intereses.
Los pies de barro del gigante
Simultáneamente, la guerra de aranceles entre los principales países tampoco dejará resquicio para una necesaria reactivación económica de nuestro país.
Estados Unidos, el principal acreedor de la deuda, se retrata en Argentina como una imagen a escala reducida de sí mismo. En 2022 la industria manufacturera norteamericana representó apenas el 11% de su PBI, al tiempo que el sector de los servicios en general, incluyendo las finanzas, resultó el mayor componente con más de tres cuartas partes de dicho producto.
El óxido adherido sobre la otrora resplandeciente industria pesada yanqui es en la actualidad un retrato senil inapelable y la razón de fondo de las políticas de cierre comercial de Trump contra China, el más temible “competidor manufacturero” que enfrenta la economía norteamericana. Y si bien EEUU tuvo por años un ancho bajo la manga -la máquina de emitir dólares para sostener su descomunal consumo de manufacturas importadas-, también sucede que la industria de emitir dólares comenzó a encontrar competidores monetarios de peso.
De esta forma, sintéticamente, podemos afirmar que el capitalismo yanqui se descapitaliza, que impotente de recrear las fuerzas productivas opta por la guerra para destruir la maquinaria industrial y militar del oponente. De alguna manera esto muestra, al igual que un perro que persigue su cola, cómo el imperialismo en su afán de maximizar ganancias se está autoaniquilando.
La recorrida del fantasma
Dialécticamente, la ferocidad se revela como debilidad y crea condiciones favorables, objetivas y subjetivas, para la revolución social.
Dicha cuestión asume, además, un carácter antimperialista hermanándonos con los pueblos sojuzgados y trabajadores del todo el mundo, incluidos los trabajadores de los países centrales donde se observa un sostenido ascenso de las luchas obreras y populares, razón por la cual en las condiciones actuales dicho movimiento asume una contratendencia objetiva, aunque incipiente, a la tendencia a la guerra. Le guste a quien le guste, las luchas obreras y populares han comenzado, como un viejo fantasma, a transitar el mundo.
Veamos algunos escenarios. De acuerdo al portal Euro News el movimiento de protesta denominado '¡Manos fuera!' integrado por más de 150 grupos, entre ellos, organizaciones de derechos civiles, sindicatos, defensores del colectivo LGBITQ+, veteranos y activistas electorales, se movilizó en abril en más de 1.200 grandes ciudades de los 50 estados de los EUA, contra las políticas de ajuste, despidos, aranceles y deportaciones de Donald Trump y el jefe de Tesla, Elon Musk, elevando la apuesta de las protestas universitarias contra el genocidio palestino y la ferocidad del sionismo.
En Francia, los sindicatos ferroviarios franceses han convocado a huelgas generales durante mayo, que agregaron leña a los paros y movilizaciones de trabajadores portuarios y agropecuarios.
En Inglaterra, el sector del transporte, específicamente en Avanti West Coast realizó paros todos los domingos desde el 12 de enero hasta el 25 de mayo, con afectación de rutas claves como Manchester, Birmingham, Glasgow y Edimburgo, lo cual supuso un bloqueo persistente al desplazamiento de fin de semana en las principales arterias de todo el país. Dichas huelgas se sumaron a la de los médicos, recolectores de basura y otros sectores. Un sugestivo título del Washington Post da cuenta del problema de la basura: “Las ratas están en el cielo mientras una huelga entierra a una ciudad del Reino Unido bajo 19.000 toneladas de basura”, haciendo referencia a Birmingham, la segunda ciudad de Inglaterra, donde la falta de recolección a raíz de una huelga sostenida en demanda de mejoras salariales y finalización de los despidos ha puesto en jaque a las autoridades, quienes, por su parte, han afirmado que las montañas de basura son visibles desde el espacio y que la gente se queja de ver ratas tan grandes como gatos entre la mugre.
En Alemania, Unite, el sindicato que representa a los trabajadores de los camiones de basura, está generando una situación similar. Por su parte, recientemente, el sindicato Ver.di junto a DBB, convocaron a más de 2,5 millones de empleados estatales y municipales a sumarse a los paros y protestas afectando servicios esenciales como la recolección de basura, guarderías, ferrocarriles y el transporte público.
En España, el sindicato de inquilinas anunció recientemente un “se acabó”, marchando en más de 40 ciudades pidiendo la bajada de los precios del alquiler y la recuperación de las viviendas vacías tras la crisis de las hipotecas.
En Grecia durante abril tuvo lugar una huelga masiva y violenta, con epicentro en Atenas, convocada por diversas organizaciones como la Confederación General de Trabajadores de Grecia y la Confederación de Sindicatos del Sector Público contra la carestía y en demanda de mejoras salariales y la firma de contratos colectivos laborales en todos los sectores.
Con matices, el fenómeno se repite en Italia y demás países de la Unión Europea donde los sectores más castigados son el fabril, el turismo, el transporte, la salud y la educación.
Un gran desorden bajo los cielos
En este contexto el desenlace de la “guerra proxy” de Ucrania entre Estados Unidos y Rusia parece certificar la tendencia declinante de la primera potencia mundial y sus socios europeos, quienes se ven sacudidos por enfrentamientos recíprocos y por choques en sus propias internas con trasudados en el seno de la OTAN, la Unión Europea y hasta el Pentágono. Todo, sin contar el imparable ascenso de China en el plano tecnológico, industrial, comercial y militar que ha venido a agudizar las contradicciones de dicho bloque. Por eso resulta necesario precisar la caracterización de Rusia y China para una mejor interpretación de la tendencia a la guerra interimperialista y el alineamiento de países como Cuba, Corea del Norte, Vietnam, Venezuela, Nicaragua, etc., quienes navegan en un limbo de reformas procapitalistas, deslumbrados por el modelo económico chino y la maquinaria militar rusa; problema no menor para las fuerzas revolucionarias a la hora de la táctica, de referir un “modelo socialista”, y de propiciar un norte de liberación y socialismo ante el ascenso de las luchas en curso.
Junto a esto están las guerras de opresión y exterminio, como la sostenida por Estados Unidos e Israel contra el pueblo palestino, la guerra contra el pueblo de Siria, y también los conflictos en Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria, etc. Escenarios donde la solidaridad y el internacionalismo están a la orden del día respecto de las tareas a asumir por los revolucionarios.
Jorge Díaz
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