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En el discurso son distintos. También lo son en su posicionamiento público respecto del gobierno nacional. Pero en temas educativos, encontrar diferencias entre los gobiernos de la CABA y de la Provincia de Buenos Aires es cada vez más arduo. Según quién la cuente, medidas como la aprobación a toda costa, la fusión de cursos, los programas educativos sostenidos con contrataciones precarias, los cambios de contenidos sin consulta, etc, son “medidas del estado presente” o “innovaciones en una escuela con más de 100 años”, o por el contrario, muestras claras de populismo o de neoliberalismo.
La cosa es que, amparados en la Ley de Educación Nacional, ambos gobiernos avanzan en la tendencia a flexibilizar la escuela pauperizando contenidos y condiciones laborales. La semana pasada Kicillof se sumó a una vieja práctica del macrismo, la de anunciar descuentos a quienes adhieran a los paros.
Los salarios docentes, al igual que ocurre con el resto de los salarios, quedaron en índices de miseria, sobre todo con el gran recorte que implicó la quita del FONID el año pasado. Pero el ajuste en educación no sólo se expresa en salarios. Se evidencia en situaciones edilicias alarmantes -poniendo en riesgo a estudiantes y docente-, faltas de cargos -llegando a haber cursos con hasta 50 estudiantes a cargo de un solo docente-, falta de herramientas didácticas, alimentación deficitaria o directamente en mal estado, y la lista sigue. Con este panorama arrastrado hace años pero que se profundiza con el ajuste del gobierno de Milei, es imposible esperar que la calidad educativa mejore, más aún cuando los estudiantes están cada vez más atravesados por la pobreza y el hambre.
Los Ministerios de Educación de CABA y PBA no buscan atacar estos problemas obvios y a la vista de todos, sino que mantienen dichos déficits a la par que imponen reformas que sólo profundizarán aún más la crisis educativa.
Se deposita la responsabilidad de solucionar los problemas en la docencia, aumentando sus tareas, pero sin mejoras salariales ni aperturas de nuevos cargos para el abordaje de esas nuevas tareas. Mientras la docencia del secundario de PBA está rezando para poder atravesar este año y sobrevivir en el intento, la docencia de media y adultos en CABA sufre despidos por las nuevas reformas, a sabiendas que estas reformas sólo traerán mayor destrucción de la educación, para que luego los diferentes gobiernos sigan endilgándole la culpa a la docencia sin responsabilizarse como reales responsables de la crisis.
Mientras tanto, la bronca crece en los colegios, frente a direcciones sindicales totalmente paralizadas en un contexto que amerita un plan de lucha contundente, en defensa de los derechos laborales y de la educación pública. Se expresa en sindicatos que llaman a paro para luego levantarlo sin ningún tipo de avance, como los gremios docentes de la CGT, como también en la dirección de CTERA (donde se agrupan UTE y SUTEBA), que llamó a un paro simbólico sólo para el 24 de febrero, con una movilización convocada con un día de anticipación y con ninguna perspectiva para continuar el plan de lucha.
La docencia se muestra con intenciones de salir a luchar como históricamente lo ha hecho, en defensa de la educación, la ESI y contra el gobierno de Milei que ajusta a todo el pueblo. Pero cada vez le cuesta más sostener los descuentos por paros simbólicos y medidas de lucha aisladas que no buscan disputar realmente por una solución real y profunda de la crisis que se vive.
El camino de la “lucha simbólica” y la negociación sólo conduce a derrotas y retrocesos. Si las direcciones gremiales no están a la altura de las circunstancias, es crucial avanzar con asambleas en cada escuela, con la coordinación legítima entre diferentes colegios y niveles, trazando un plan de lucha unitario, desde abajo, que deje las diferencias de lado y permita superar la pasividad y golpear con un mismo puño en defensa de la educación pública, por los salarios y derechos laborales y contra el ajuste de Milei.
Jacinta Grey
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