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El modelo económico libertario entró en su fase de descomposición. La brutal recesión, la caída en el consumo, la pérdida del valor de los salarios y demás ingresos populares, vienen siendo justificados por el gobierno con el caballito de batalla de la baja de la inflación. Hay que ver cuánto más la pueden sostener: la suba del dólar de las últimas semanas ya se está trasladando a precios: los de arriba aprietan el acelerador en la lucha por quedarse con lo que le sacan al pueblo. Mientras siguen aumentando los servicios públicos, el transporte, las naftas, las telecomunicaciones y los alquileres, estos últimos muy por encima del promedio. Para evitar la fuga a la divisa de los pequeños ahorristas, suben las tasas a niveles exorbitantes: buena noticia para el que puede colocar un plazo fijo, pero mala para las familias que tarjetean las compras del supermercado.
El modelo de dólar barato está siendo sostenido con respirador artificial. El FMI desembolsó USD 2mil millones más. Esto, a pesar del incumplimiento de las metas por ellos impuestas. De lo que se trata es de mantener al país atado a los intereses de los yanquis. Y si bien recuperar la guita no es lo principal para los acreedores, igual se les paga: estudios privados calculan en un 8% del PBI el gasto en deuda pública. Es la plata que no se pone en jubilaciones, en salarios, en discapacidad, hospitales, ciencia y educación. Mientras tanto, bajan las retenciones a las exportaciones agropecuarias: está clarísimo a qué sector de la sociedad le sacan para sostener el equilibrio fiscal que “no se negocia”.
La oposición huele sangre
Por arriba, las contradicciones dentro de las fracciones del gran capital se agudizan. Expresión política de esto son los debates dentro del Congreso, en donde la tolerancia hacia el oficialismo va disminuyendo, y hasta varios colaboracionistas volvieron a la oposición. Hay en esta conducta una buena cuota de supervivencia política, en la medida en que el gobierno nacional viene ahogando financieramente a las provincias a cambio de nada. Pero también está el tema de para qué se gobierna. En ese sentido, cuando Milei habla de “destruir el estado”, la gran burguesía recuerda que el estado es la herramienta de su dominación, por lo que no es saludable ser tan literal. Esto quedó claro con el rechazo en Diputados de los decretos sobre la reestructuración del INTI y el INTA y la disolución de Vialidad Nacional, instituciones ligadas a actividades agropecuarias e industriales. En ese marco también fueron rechazados otros decretos promulgados como parte de las facultades delegadas: la descentralización del Banco Nacional de Datos Genéticos, el régimen especial para la marina mercante y la reestructuración de organismos culturales.
El presidente vetó el aumento de jubilaciones y la emergencia en discapacidad; de aprobarse, hará lo mismo con el financiamiento universitario y la emergencia en pediatría. Defendió los vetos por cadena nacional, denunciando a la oposición por “genocidas”, banalizando una vez más los crímenes de la última dictadura. Se lo vio a la defensiva, anunciando una resolución para prohibir la emisión monetaria. Una manera pomposa de vender humo: si se supone que desde que gobiernan ya no hay emisión, ¿esto para qué serviría? También insistió con un proyecto de ley para penalizar la aprobación de presupuestos nacionales con déficit fiscal. Un delirio desde lo jurídico, con pretensiones de legalizar el ajuste salvaje que están aplicando.
Más allá de la pobreza argumental, el gobierno está decidido a defender su política. Afuera del Congreso, reprimiendo, como lo hace todos los miércoles con los jubilados y hasta con las familias con hijos discapacitados; adentro, negociando en un marco más áspero que el del año pasado.
Este proceso es útil para demostrar que son fieros y brutales, pero no son invencibles. También permite seguir despejando las dudas respecto de qué quiso decir cuando anunciaba que el ajuste lo pagaba “la casta”: para quienes nos oponemos a sus planes desde el comienzo esto es una obviedad, pero el sector que aún lo apoya se va achicando a fuerza de desencanto. Por último, el tratamiento de los vetos servirá para sacar conclusiones respecto de la conducta de los opositores indefinidos, esos que a veces apoyan al gobierno y a veces no.
Orientar la lucha en la calle
La disputa dentro del Congreso es expresión principalmente de las contradicciones por arriba. Es importante incidir allí ya que está siendo un obstáculo para el brutal ajuste libertario. Sin embargo, nuestras fuerzas deben estar orientadas a que el golpe de derrota venga de la lucha callejera.
Distintos sectores de los trabajadores están enfrentando a la motosierra, en defensa del salario, de los puestos de trabajo y de los derechos conquistados. Varias provincias volvieron de las vacaciones de invierno con paros docentes. Organizaciones de desocupados se movilizaron por aumento en los Potenciar Trabajo y por alimentos. La marcha por San Cayetano fue masiva y de claro contenido antigubernamental. La movilización en defensa de las personas con discapacidad puso en evidencia -otra vez- la miseria humana del proyecto libertario. La ronda de los jubilados persiste inquebrantable todos los miércoles, a pesar de las provocaciones y los detenidos, y continúa siendo un eje de articulación de la pelea contra el ajuste.
En este cuadro hay que resaltar dos luchas que generaron gran simpatía en el seno del pueblo. Una viene siendo la del Hospital Garraham, apoyada en la reivindicación de la salud como derecho popular, en especial la de los niños. La otra es la de los científicos del Conicet, que con su streaming de audiencia masiva dejó planteado que la ciencia, además de ser una actividad imprescindible para el desarrollo de un país, es un derecho de las masas.
En el marco de un hartazgo que va creciendo, la lucha popular viene avanzando, aun con dispersiones que es necesario superar. Planteamos la confluencia para darle la mayor amplitud a la pelea contra Milei. Luchamos para que el combativismo dirija la confluencia, para que sea el pueblo en la calle el que derrote el plan.
Para eso peleamos por ocupar un lugar en la primera línea del combate obrero y popular, propagandizando nuestro programa mínimo de suspensión del pago de la deuda externa, nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos naturales, medidas que deben ser acompañadas de un aumento de emergencia de los ingresos populares y de una política que apunte a la reactivación de la industria nacional.
En el curso del año electoral, las elecciones deben servir para avanzar hacia la unificación de las fuerzas populares, antiimperialistas, patrióticas y democráticas alrededor de este planteo programático, lo cual incluye no solo estos puntos, sino sobre todo la puesta en pie de la fuerza social que los pueda aplicar.
Se trata de una acumulación que en lo inmediato está dirigida a derrotar a Milei en las urnas, para avanzar hacia su derrota en las calles. La solución de fondo para la situación crítica que estamos viviendo es que se vayan. Con esa orientación hay que trabajar para el paro activo nacional.
A 60 años de la fundación de Vanguardia Comunista, la militancia del PRML lucha para aportar a estas tareas comunes para vastos sectores del pueblo. Lo hacemos desde la identidad con la cual nacimos: la pelea revolucionaria por el poder político, para que con la clase trabajadora a la cabeza, el país avance hacia la liberación nacional y social, en camino a la construcción de la sociedad socialista.
Agustín Damaso
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