“El terrorismo, entendido como ejercicio sistemático del amedrentamiento para subyugar una sociedad hasta enfrentarla con el Estado que la gobierna, alcanza en la era contemporánea una... Ver más
Contra la guerra de exterminio que impulsa Israel

Todos somos Palestina
La situación en Gaza y la conducta de Israel son complejas, enraizadas en décadas de conflictos, disputas territoriales, tensiones religiosas, violencia cíclica y alto número de víctimas civiles, en particular de mujeres y niños, y destrucción de infraestructura civil.
Pretextando una respuesta al ataque del 7 de octubre de 2023, durante el cual Hamás mató a alrededor de 1.200 personas en territorio israelí y tomó a más de 200 rehenes, Israel afirma que su campaña tiene como objetivo destruir la infraestructura militar de dicha organización y evitar futuros ataques. Pero lo cierto es que Israel aplica una doctrina militar conocida como “disuasión por fuerza abrumadora”, que implica responder con una magnitud de fuerza superior al ataque recibido, sin distinguir objetivos militares y civiles, siendo esta la razón tras el reporte de miles de muertos, mutilados y desaparecidos entre la población palestina.
Sin embargo, la magnitud de la masacre trasciende pretendidas doctrinas militares. En los hechos, estamos asistiendo a una limpieza étnica hasta la aniquilación que nada tiene que envidiar al Holocausto perpetrado por el nazismo contra la población judía, sólo que esta vez el campo de exterminio es el “gueto de Gaza”.
Dada esta situación Israel argumenta que Hamás opera desde zonas civiles, incluyendo hospitales, escuelas y mezquitas, convirtiendo a esas áreas en blancos militares. Distintas organizaciones de derechos humanos han advertido que esto no justifica el nivel de destrucción ni los crímenes masivos que se están produciendo.
Desde 2007 Israel -con apoyo de Egipto- impone un bloqueo a Gaza, restringiendo el acceso a bienes esenciales, lo que ha deteriorado enormemente la calidad de vida de sus pobladores. En tal sentido la guerra contra el pueblo palestino no es otra cosa que la profundización de una política de impedimento de acceso a alimentos, agua, electricidad y medicinas; es decir, se trata de un castigo colectivo, prohibido por el derecho internacional.
No todos los israelíes acompañan este proceder del régimen sionista. El gobierno de Benjamín Netanyahu, apoyado por sectores ultraderechistas y su principal aliado, Estados Unidos, también enfrenta presiones políticas internas. Y aunque la guerra ha desviado el foco de las protestas contra la reforma judicial, las divergencias internas en Israel respecto de Gaza son significativas, reflejando profundas divisiones políticas, éticas y estratégicas dentro de la sociedad israelí; diferencias que se han intensificado desde la ofensiva militar de Hamás.
Y si bien durante los primeros meses del conflicto hubo una tregua política parcial para centrarse en la guerra, con el paso del tiempo las diferencias volvieron a resurgir, especialmente entre judíos laicos y religiosos, y entre sectores liberales y conservadores. Actualmente muchos israelíes culpan al gobierno de Netanyahu por la fallida preparación que permitió el ataque de Hamás concluyendo en la necesidad de que el primer ministro dimita.
Por su parte, algunas ONGs, intelectuales y sectores de izquierda, alertan sobre el alto costo en vidas civiles palestinas, el sufrimiento en Gaza y los riesgos de violaciones al derecho internacional, temiendo por el creciente aislamiento internacional y las acusaciones de crímenes de guerra, que podrían afectar la imagen y la economía del país.
Organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la ONU han documentado crímenes de guerra, al tiempo que la Corte Internacional de Justicia está investigando si Israel está cometiendo actos de genocidio. Y aunque todavía no hay un veredicto final, el número de muertos en Gaza ha provocado denuncias generalizadas de una masacre sistemática.
El último informe oficial del Ministerio de Salud de Gaza, fechado el 21 de mayo de 2025, da cuenta de 54.677 muertos, mayoritariamente niños y mujeres, mientras que Al Jazeera eleva el número a 61.709 al incluir a los desaparecidos. Por último una carta publicada en la revista médica británica The Lancet plantea que podrían existir hasta 186.000 fallecimientos considerando las muertes indirectas, es decir, por hambre, enfermedades e interrupción de servicios esenciales.
Como contrapartida, diferentes sectores que ven a la guerra como una necesidad de defensa legítima tras los ataques, apoyan una respuesta militar contundente para desmantelar a Hamas. Precisamente, apoyado en estos sectores afines al sionismo, el gobierno y gran parte de la derecha propugnan destruir completamente a Hamás, aunque esto implique una guerra prolongada.
Dado este escenario surge la pregunta de cómo brindar una solidaridad práctica. Y aquí es donde brota la necesidad de proceder empáticamente con el pueblo palestino, en particular contra las diferentes expresiones del sionismo responsable del Apartheid, las violaciones a los derechos humanos y la masacre en curso. Nace la necesidad de enfrentar al gran capital monopólico como lo hace BDS (boicot, desinversión y sanciones) y también identificar con nombre y apellido a tales empresas, como Hewlett Packard, que proporciona servicios tecnológicos, incluyendo sistemas de protección de fronteras al gobierno israelí, Caterpillar, encargada de vender maquinaria para la demolición de casas palestinas, AirBnb, por permitir listados de asentamientos israelíes en Cisjordania, Motorola Solutions, proveedora de tecnología al ejército israelí, AXA, aseguradora francesa acusada de invertir en bancos y empresas que financian asentamientos ilegales (colonos), Mekorot, empresa israelí de aguas que interrumpe la llegada de ella a territorio palestino, etc. En esta sintonía, situar a los hermanos Milei, fervientes defensores de Netanyahu y la política criminal del Estado de Israel.
Llevar adelante una lucha de proporciones contra los enemigos del pueblo palestino requiere impulsar un frente integrado por distintos sectores democráticos, antirracistas y progresistas, como los diferentes movimientos de solidaridad con Palestina y diferentes movimientos y organizaciones judías que apoyan los derechos del pueblo palestino, critican al sionismo, al gobierno de Israel y las políticas de ocupación, basadas en valores éticos, humanitarios, anticolonialistas o religiosos, y que buscan justicia para palestinos y judíos por igual, como Jewish Voice for Peace (JVP) – Estados Unidos, Jews for Justice in Palestine and Israel (JJPI), Neturei Karta Movimiento ultraortodoxo antisionista religioso, IfNotNow de Estados Unidos, Independent Jewish Voices (IJV) de Canadá, European Jews for a Just Peace (EJJP) de Europa, Movimiento Judío por la Paz y Judíes por Palestina en nuestro país, etc.
En síntesis, luchar a la par del pueblo palestino contra el enemigo común: el Estado sionista de Israel y sus aliados guerreristas, de los cuales el principal es Estados Unidos.
Jorge Díaz
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