El 1° de Mayo el PRML participó de un acto por el Día Internacional de los trabajadores en Plaza Congreso junto a un grupo de organizaciones políticas, sindicales y sociales. Además de nuestro... Ver más
Chau Tío
Hoy nos toca despedirnos de la presencia física del Turko. “El Tío”, como nos gustaba referirnos a muchos, era un hombre que al recordarlo sin duda pinta las características principales de lo que está hecho un comunista y así hay que recordarlo. Con una profunda sensibilidad, una tozudez en seguir intentando, y una búsqueda constante de claridad a través del estudio, desplegando la creatividad necesaria para la aparición de lo nuevo sin caer en el eclecticismo.
Así como en la militancia, llevó la larga lucha contra otro enemigo, la enfermedad con la que combatió durante años. A ella se enfrentó como un verdadero guerrero, a pesar de haber sido “pecho”, por su pertenencia al equipo del parque en Rosario (y esperemos que no se enoje por la desleal chanza). Con el Turko el humor nunca podía faltar, además de una pizca de “chovinismo futbolero”, como él decía.
Como todo comunista y con sus particularidades -y desde ya que las tenía, como rápidamente podía percibir todo aquel de los muchos que hayan tenido la ocasión de compartir al menos un momento con él-, fue un tipo que amó la vida y a quienes lo acompañaron en ella. No se le pasaba de largo un momento que ameritara celebración, y si era posible se daba el espacio para el disfrute. Pudimos conocer también su faceta de poeta, músico y cocinero a través de los afectos que lo fueron recordando en estos días.
Despedir a nuestros cuadros e intentar recordarlos como eran está lejos ser un culto a la personalidad. Al contrario, se trata de resaltar la condición humana de un comunista. Hombres y mujeres de carne y hueso, con una historia y parte de una historia. Reconocer a los cuadros que forma nuestro partido y al mismo tiempo reconocer a los cuadros que hacen y forman al partido.
Como integrantes del trabajo de la juventud partidaria, a la cual él siguió muy de cerca durante los últimos años, nos tocó conocerlo más de cerca y poder a través suyo aprender algunas enseñanzas que supo transmitir.
A mantener una gran confianza en las masas, y principalmente en las camadas jóvenes y por venir, para sobreponerse frente a los desafíos del momento histórico. Pero al mismo tiempo, la certeza de que sin dirección política revolucionaria su destino está sellado en favor del imperialismo y los enemigos de los pueblos. Siempre traía a la discusión la frase de Lenin “no hay cuadros, y hay miles”, queriendo con ello decir que, frente a la encerrona por la escasez de cuadros con la que muchas veces nos encontrábamos en relación a la multiplicidad de tareas por realizar, la salida estaba en salir a conocer nuevos compañeros y ganarlos para la causa de la revolución. Que en ese fértil terreno en el cual nos fundimos junto al pueblo, miles de potenciales cuadros están esperando para organizarse junto al partido.
A su vez, a su manera nos mostró que ningún tema era de menospreciar. Ya sea respecto del análisis y el estudio para ver qué está pasando en el mundo durante este momento de la crisis del imperialismo, así como un problema que a simple vista pareciera más pequeño. No solo por su particular sensibilidad (que a veces acompañado de su irreverencia lo hacía comportarse como un joven más en muchas de las discusiones), sino además porque entendía que cualquier problema, es de cualquier cuadro o cualquier construcción por más localizada que esta esté, era importante de ser tratado de una manera correcta para su resolución por la vía y el método revolucionario. Si había que detenerse horas y horas en algún punto, por más particular que sea estaba dispuesto a hacerlo, prestando la oreja y su opinión.
Se encargó de transmitir la idea de la necesidad de practicar el internacionalismo desde la acción y no quedar únicamente en la proclama. A luchar por la unidad de los antiimperialistas y en particular a buscar intervenir fuertemente y con fraternal ofensiva para desarrollar las discusiones que hagan posible la unidad de los revolucionarios. Y por sobre todas las cosas, a odiar profundamente al enemigo de los pueblos, principalmente al estado genocida de Israel y el genocidio cometido sobre el pueblo hermano palestino.
Así fue el Turko, un camarada que pudo hacer de sí mismo un dirigente de este partido y un referente del movimiento comunista internacional. Que muchas veces no le fue fácil. Que le tocó nacer a la militancia en un momento enrarecido, en días donde las ideas de la revolución sonaban fuertemente entre sectores de la juventud, pero que el golpe dictatorial había complicado la organización de los revolucionarios. Más adelante y con la “primavera democrática”, vérselas con un contexto y una juventud que quería “dejar de mirar para atrás” y compraba el discurso de las libertades individuales, e incluso a veces la “cultura del reviente”, como salida. Peleando a contra corriente y buscando poner en tensión aquellas ideas que hacían mella tanto en él mismo como en otros jóvenes, se pudo ir puliendo como militante, luego como cuadro y al final como dirigente comunista, proceso que claramente no es ni fácil, ni cómodo, ni natural.
Una vez, no hacía mucho de conocerlo, e intercambiando acerca de algunos problemas que veníamos teniendo en el trabajo entre los jóvenes, le digo de una manera liviana y casi despectiva que los compañeros no querían laburar porque “la verdad que eran vagos”. La ferocidad y la contundencia de su respuesta me enseñó en ese mismo instante y para siempre que un comunista nunca debe referirse de esa manera hacia el pueblo, que las ideas del enemigo que se filtran en nuestro modo de pensar deben ser combatidas de manera fraternal pero con total contundencia.
Aunque por momentos haya sido incluso más contundente que fraternal, la preocupación por construir el destacamento superior dirigente del proletariado argentino, la ligazón del partido con las más amplias masas y la participación de éste de manera destacada para hacer aportes en el seno del movimiento comunista intencionalidad, es la preocupación que sostuvo hasta sus últimos días y el proyecto en el cual como tantos otros se vio hipotecado. El Turko se encuentra ahora entre los grandes hombres y mujeres que desde su lugar hicieron un aporte a la continuidad de ese proyecto. Nos toca a las actuales y nuevas generaciones seguir en esta vía, haciendo frente a los desafíos del momento, para que todo este esfuerzo acumulado que viene haciendo nuestro partido junto al pueblo trabajador, se pueda coronar con la victoria final.
Hasta la victoria siempre camarada Turko, con entrega y confianza, venceremos.
Julián Amaya
Notas relacionadas
-
-
-
Pasó otro 2 de abril y nuestro pueblo recordó a los jóvenes que lucharon y dejaron la vida por recuperar nuestras islas Malvinas, que están ocupadas por el imperialismo británico.
Muchos... Ver más