En marzo arribó la pandemia del Covid-19 a la Argentina y rápidamente saltó a la luz la enorme desigualdad social que existe en nuestro país. A medida que avanza y se agudiza la crisis, quedan... Ver más
Acto central por el 50° aniversario de la fundación de VC – PRML

Reproducimos las palabras de Andrés Zamponi, dirigente nacional del PRML pronunciadas en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA el 11 de abril.
Quiero agradecer además de los compañeros que mandaron su saludo, a todos los integrantes de las delegaciones del partido del interior del país, a la gente de Gualeguaychú, del Chaco, de Corrientes, de Neuquén, de Mendoza, de Tucumán, que son las regionales que estamos construyendo desde hace dos años. Agradecemos a la Tendencia Universitaria 29 de Mayo, a los frentes territoriales MIDO y CUBA-MTR, al Colectivo Hombre Nuevo, y a todos los compañeros y corrientes políticas que nos están acompañando en este momento, que para nosotros es realmente histórico. Porque como antecedentes de estos 50 años, antes que nada, quiero plantear un punto de referencia en este intento de miles de revolucionarios que hoy están, y otros miles y millones de revolucionarios que ya no están, que tuvieron su punto de partida en 1848, cuando Marx y Engels instalaron un programa para que la clase obrera se embarque en la conquista del poder. Y fue Lenin quien en 1917 pudo elaborar en la práctica una propuesta organizativa que implicaba la construcción, para el grueso de los revolucionarios del mundo, de la herramienta política, que no podía ser el mismo partido que respondía al capital. Debía ser un partido revolucionario, debía ser un nuevo partido, una nueva organización, no para administrar el capital sino para derrocarlo y abrir la posibilidad de que la clase trabajadora construya la nueva sociedad. En ese marco, antes que nosotros el primer intento fue realizado por el Partido Comunista Argentino en 1918 -luego de otros intentos de corrientes anarquistas y socialistas-, al amparo de la Internacional dirigida por Lenin. Nosotros nos sentimos continuadores de la primera etapa de ese partido, cuando definía “todo el poder a los soviets de obreros y campesinos”, que como formulación para nuestro país estaba desfasada, pero con la idea central de toma del poder. Y así, durante la llamada “década infame”, protagonizó y encabezó la huelga de la construcción que se transformó en una huelga general. Luego tuvo lugar el advenimiento del movimiento encabezado por Perón, en la década del ‘40. Y fue ahí cuando la política se equivocó, fue aquí cuando el PC cambió y ya no era la idea del poder lo central de la política. Desacertó en política y luego se desintegró ideológicamente: se transformó de un partido revolucionario a otro partido que acompañó distintos intentos de la burguesía. Y así se puso en la vereda de enfrente ante el surgimiento del movimiento peronista, y posteriormente no luchó contra el golpe de estado del ´55, y luego fue parte del apoyo a Arturo Frondizi…
Desde entonces empezó introducirse la idea, en la década del ‘60, según la cual los revolucionarios de este país, descartando la posibilidad de cambiar la política del PC, tenían que construir nuevas herramientas destinadas a tomar el poder político. Porque sin el poder político es mentira que vamos a tener vivienda para todos, que vamos a tener 82% móvil de jubilación, es mentira que va a haber trabajo para todos.
En 1965, un pequeño grupo de intelectuales que había roto con el Socialismo de Vanguardia decidió la construcción de una nueva organización. No era cualquier momento histórico. Cuba había hecho su revolución en 1959; la República Popular China encabezada por Mao Tse Tung había hecho lo propio en 1949. Y en la década del ´60, era la guerra de Vietnam, la guerra de Laos, la guerra de Camboya, era la insurgencia de los pueblos del tercer mundo. En ese marco se organizaba Vanguardia Comunista. Nunca estuvo en cuestionamiento la toma del poder en nuestra organización. No estamos educados en la línea del parlamentarismo. Seguiremos buscando la forma de que la clase obrera argentina tome del poder.
¿Y cuál fue el aporte de VC? Principalmente la construcción del clasismo sindical ligado a la insurrección. No hay otro clasismo. Está la experiencia del SITRAC-SITRAM. Dos sindicatos de 5.000 obreros que marcaron un rumbo para los trabajadores de nuestro país. Y que desafiaron el poder de la dictadura. Este fue el mérito principal de VC, ligado a la línea insurreccional de masas. Y hablar hoy de esto puede resultar una fantasía, porque hace 32 años que en este país venimos hablando de cómo hacer para integrar una lista y participar en las elecciones: ésta no era la razón fundamental de la construcción de los partidos revolucionarios, esto no era lo que se discutía en la década de los Cordobazos. Y mediante ese Cordobazo, protagonizado por los trabajadores, por los estudiantes, por la pequeña burguesía cordobesa, se abrió la situación que posibilitó que el clasismo se hiciera realidad en el SMATA de Córdoba, en IME, en TRANSAX, en el Ingenio Ledesma, en Rigolleau, en municipales de Sáenz Peña, etc. Pero luego vino otra situación: la de la dictadura terrorista de Videla, y con ella la derrota y el reflujo. En ese marco se produjo la desaparición del grueso de nuestra dirección central. Lo que quedó del partido reflotó en el año 1979, con el no transar que decía “El partido no se rinde”. Y después fuimos partícipes de las luchas contra el golpismo, por eso lo de Villa Martelli en Semana Santa, y poco después del hambreazo, para tirar abajo, en la medida en que podíamos, el plan de ajuste en 1989. Fue el momento en que el partido también decidió que había que participar electoralmente. Nosotros no somos anti parlamentaristas, somos revolucionarios;y si la coyuntura es propicia para la intervención electoral, no tenemos problema. En aquel momento esas eran las condiciones dadas. Esa fórmula presidencial la integraban Mario Geller y Elisa Delboy, compañera de Rogelio Rodríguez, caído en Villa Martelli. Y nuestra propaganda no era “más cloacas” o “más viviendas”: era la figura del Che y la posibilidad de un nuevo Cordobazo. Y no nos fue mal electoralmente. Luego vino el menemismo y la gloriosa lucha del proletariado ferroviario, cuando el gobierno decía “ramal que para, ramal que cierra”. Y el partido estuvo presente con los compañeros de Kilómetro 1, para ponerle pimienta a esa lucha. Igual no se podía dar vuelta la historia en ese momento y el menemismo arrasó con el esqueleto de las empresas del Estado. Pero después el menemismo fue reemplazado por De la Rúa, y todos sabemos lo que pasó en esa continuidad. Es parte de la historia reciente, porque muchos de los aquí presentes han participado del Porteñazo del 2001, y es la primera vez que un alzamiento tira abajo un gobierno constitucional. Parecía que era legítimo solamente si teníamos una dictadura militar enfrente. Pero siempre el alzamiento es legítimo cuando los planes que se aplican van en contra de los intereses de los trabajadores y del pueblo. Y desde hace muchos años en este país lo único que se aplica son planes de ajuste. Después veremos cuáles son las diferencias entre los aplicadores de esos planes. Pero ninguno de ellos merece ser tenido en cuenta al momento de definir la política. Nosotros no somos partidarios de apoyar lo menos malo: lo que hay que hacer es construir nuestra propia herramienta. El 2001 tuvo ese mérito, y sucedió hace 13 años, en plena democracia. Y a 32 años de esta falsa democracia las condiciones de vida del pueblo son peores. Hay mayores diferencias sociales. Hay un fenómeno nuevo en los barrios: antes que entre la revolución es preferible que entre el narcotráfico. Hay un nivel de corrupción en el estado que no tiene solamente que ver con el kirchnerismo, sino con el menemismo y con los que vendrán después. Este es su régimen; nosotros no tenemos nada para ganar en él.
¿Qué pasa hoy, que cuando se reivindica la generación del ´70, se desnuda prácticamente la ideología? Cuando se reivindica a los desaparecidos, se lo hace como cuerpo físico, pero se los desprovee, se los desviste de la ideología. La gran mayoría de los desaparecidos de este país cayeron por la revolución. Somos respetuosos de los compañeros que aportaron y cayeron siendo independientes. Porque la dictadura no miraba solamente el sello que correspondía, miraba la actitud, y así cayeron muchos delegados combativos, sin ideología de izquierda, pero combativos. Los desaparecidos lo están hace muchos años, pero su ideal tiene que ser reivindicado y tomado. No nos sirve la figura del Che en la casa de gobierno. Porque eso es para adornar de combatividad un proyecto que no tiene nada de combativo. Ni la figura de Fidel. Nos sirve que se aplique la línea del Che y de Fidel, y ellos construyeron el partido para hacer la revolución y no otra cosa.
No hay que camuflar la historia, porque la historia hoy es presente. Pareciera que cuando hablamos de revolución es un hecho pasado. Compañeros, la consigna del ´70 era “ni golpe ni elección, revolución”. O estaban equivocados los del ´70 o estamos camuflando la verdad en el presente. Ni golpe ni elección. Y golpe no hay posibilidad que exista, porque el pueblo no lo quiere y porque nosotros vamos a ser los primeros en resistir, como hicimos en Semana Santa, pero no hay ninguna posibilidad que exista. Entonces nos queda la elección. ¿Cuántas veces los trabajadores van a seguir eligiendo candidatos de otras clases sociales? Cuando Marx escribió el Manifiesto Comunista y la generación del ´70 lo tomo para sí, no hablaban de elecciones. Porque para construir otra sociedad primero hay que tomar el poder. Porque hace 32 años que se viene hablando de elecciones y todas la luchas de esta nueva vanguardia que se viene educando, como la que se manifestó el año pasado fundamentalmente en el cordón fabril de zona norte, como se manifiesta en el proletariado cordobés y el proletariado rosarino, no puede ser que después de tantas luchas y de tantos intentos por ganar delegados, comisiones internas y sindicatos, la preocupación principal de la izquierda y el activismo cuando la burguesía establece la fecha de relevo sea disputar en el terreno electoral. La función principal de los trabajadores -así nos hemos educado- no es la de construir frentes electorales, es la de construir partidos revolucionarios para disputar el poder a la burguesía.
E insisto, no desprecio la posibilidad de intervenir electoralmente, como hicimos en los ´80. Pero en Argentina están sucediendo cosas. Hace varios años, sobre todo después del 2001, se abrió una situación de auge en este país que ni el proyecto kirchnerista, el más avanzado de la burguesía, pudo detenerlo. Y la prueba está en el paro contundente de hace pocos días. Y la prueba está en el fenómeno de octubre del año pasado, con paros, cortes de ruta, y el arrugue de la burocracia para que el diciembre pasado fuera un diciembre tranquilo, como lo fue. En todas las provincias dan cuenta los compañeros: si no son los trabajadores municipales, son los docentes, los provinciales, los desocupados. En todas las provincias en este momento hay conflicto. ¿Cuánto más vamos a dejar que siga habiendo conflictos sin intentar que se produzca un salto cualitativo en el desarrollo de la lucha de clases? Cuantitativamente los conflictos nunca terminan por habilitar las crisis. Hay que introducir el elemento cualitativo: la política revolucionaria. Eso lo debe hacer el activismo revolucionario, los tantos compañeros trabajadores, piqueteros, estudiantes, preocupados por construir un mundo mejor, que todos compartimos aunque a veces nos organicemos en instancias distintas. Cuando reivindicamos esa generación del ´70 no lo hacemos para rendir tributo en función del pasado, lo hacemos porque es una deuda pendiente, y vamos a intentar hasta lo último para saldarla. Esa es nuestra razón de ser cuando estamos construyendo esta corriente con la asistencia de tantos compañeros jóvenes.
Ayer estuvieron en las jornadas antiimperialistas distintas expresiones políticas, que no por casualidad nosotros las elegimos. Estuvieron los compañeros del comité de solidaridad con Kurdistán, hablando de una experiencia revolucionaria para aprender. Estuvo una representación del pueblo palestino, que ustedes saben que es el pueblo más castigado, más golpeado, más sufrido, al que se lo sigue masacrando aun. Y estuvo una delegación de los compañeros filipinos. La experiencia suya de guerra popular y zonas liberadas también es para aprender. Son las experiencias que se vienen. Aquí queremos poner el acento. No despreciamos otras posibilidades en el terreno de la democracia, como puede ser Syriza en Grecia o Podemos en España. Pero eso no tiene nada que ver con la generación del ´70 ni con la toma del poder para la clase obrera. Eso son intentos de ganar elecciones para administrar el capitalismo en condiciones un poco más dignas. No las despreciamos, porque son experiencias políticas que se expresan contra el ajuste y en defensa de los intereses de los trabajadores. Pero no nos engañemos: por ahí no viene la cosa.
Hoy la situación en el mundo es de un gran desorden, en el que EE.UU.viene dejando de ser la primera potencia económica, aunque sigue siendo la primera potencia en el continente y la primera también en el sentido militar. Y sigue siendo la potencia dominante en el sentido ideológico en toda la franja occidental. Ese es nuestro enemigo principal. Pero se vienen produciendo cambios. China, otrora comunista y hoy capitalista, tiene un excedente de capitales con el que no opera en función de la solidaridad con los pueblos, sino que lo exporta para reproducirlo. China tiene inversiones en toda América Latina, y en 2030 planifica triplicar su PBI. En este momento la pelea con EE.UU. pasa por dos carriles: el terreno financiero y el terreno militar. Hay aprestos, veremos qué puede pasar. En el terreno financiero el dólar poco a poco empieza a ser reemplazado por el yuan. En 2010, el 0,7% del comercio exterior chino era en yuanes; en 2014 aumentó al 35%. La armada norteamericana centralmente está girando hacia la zona del Pacífico, al tiempo que los ingleses fortalecen su presencia en las Malvinas. Nada es casual, porque en la coyuntura del Atlántico y el Pacífico las Malvinas pasan a ser una base estratégica. De la misma forma que la base satelital instalada en Neuquén por los chinos está en manos del ejército chino. Y todos los analistas están pensando hacia dónde vamos otra vez. El capitalismo en su etapa imperialista ya nos metió en dos guerras mundiales. Están abiertas las posibilidades de una tercera guerra. No decimos que es un hecho. Pero es cierto que China ha destinado un billón y medio de dólares para invertir en el mundo. El 40% va destinado a Europa y él 60% al resto de los países. Aquí está el malestar de EE.UU., que hace pocos días recriminaba a los ingleses por haberse anotado en el Banco Asiático de Inversión creado por los chinos, el cual ya tiene varios socios poderosos: Inglaterra, Francia, Alemania, India. Los ingleses no quieren perderse los U$S 100.000 millones de producto capitalista que EE.UU. no puede garantizarles.
Si la economía mundial está así, ¿cómo no va a establecer acuerdos leoninos con los chinos Cristina Kirchner? A no ser que creamos que su gobierno es progresista, no nos debe extrañar que un sector de la burguesía renegociadora de este país también esté interesado en que una parte de ese flujo de capitales pueda llegar a la Argentina. Antes que Cristina Kirchner está la gran burguesía, en todo caso ella es su expresión política. Y no es una “burguesía títere”. Este es un país capitalista dependiente, con una gran burguesía con inversiones múltiples, dueña de bancos, de industrias, de tierras, de partidos políticos. Cómo nos va a extrañar, si antes de Cristina Kirchner, ya Franco Macri hace 20 años que hace política para favorecer la negociación con China, a la cual por supuesto está atado. Y no es sólo Franco Macri. Arcor tiene varias plantas de golosinas instaladas en China. Los Bulgheroni hace rato que son socios de los capitales rusos. No nos extraña que un sector de la gran burguesía esté girando hacia la zona de China. De ahí viene el cambio de Cristina en la causa AMIA, ya que luego de siete años jugando a la tesis de la pista iraní, nadie se podía explicar por qué habían instalado el memorándumde entendimiento con Irán y adónde apuntada. El negocio está en que la gran burguesía argentina no es un títere, y si en plena dictadura proyanqui de Videla negoció con los rusos, ya demostraba que podía hacer una y otra cosa. La gran burguesía tiene un sector pro-occidental, que se resiste con sus usinas políticas a aceptar que cambió el escenario del mundo, y quieren seguir en la línea de norte-sur con EE.UU. Otra corriente, la más renegociadora, encabezada por el kirchnerismo, está interesada, visto que nada se consigue desde el norte, en abrir las puertas hacia China. No es la primera vez que se cambia de amo. Después de la segunda guerra mundial, la potencia imperialistaen nuestro país pasó de ser Inglaterra a EE.UU. Pero con una guerra de por medio. No nos debe extrañar que más adelante EE.UU. deje ser la primera potencia. No hay solución dentro del capitalismo de forma armónica, no tiene solución en el marco de la economía, por eso tenderán a resolverlo de otra forma. No somos agoreros, estamos anticipando la posibilidad de una nueva confrontación, que de hecho muchos analistas dicen que ya está instalada. Incluso el Vaticano ya anticipó que la tercera guerra ha comenzado.
En Argentina estamos viviendo tiempos duros. No va a ser con elecciones que vamos a poder contestarle a la patota de Pignanelli cuando descabeza a matoneadas a la interna de Lear. No va a ser con elecciones como vamos a poder controlar las barras-bravas que ya han sido legalizadas por los partidos políticos de este régimen. Y así no vamos a poder ponerle control y límite al narcotráfico, y acá aprovecho para resaltar la experiencia de Comunidad Rebelde, que ya lleva dos compañeros muertos por haberse atrevido a decir “por acá el narcotráfico no va a pasar”. Y mueren fiscales también, no es poca cosa. Independientemente de la muerte de Nisman, detrás de eso está la lucha empecinada por ver cuál es la fracción de la gran burguesía que hegemoniza el control del estado en la próxima etapa. Este es un gobierno en retirada. Pueden venir Scioli, Massa o Macri, que son los candidatos instalados por la burguesía. Más allá de eso, lo que viene es ajuste y ataque al salario. Lo que viene es malestar, no bienestar. Y esto no va en defensa de lo actual. Es cierto que el kirchnerismo supo interpretar cómo venía este periodo. Hay que rescatar la consigna del 2001, así como dije que la consigna de los ´70 era “ni golpe ni elección, revolución”, en el 2001 la consigna política -insuficiente, pero política al fin- fue “que se vayan todos”. Y en esas condiciones, el kirchnerismo no podía llegar con políticas duras. Duhalde la intentó y así le fue. Más allá de la pérdida de Kosteki y Santillan, dos compañeros valientes de lucha, el duhaldismo tuvo que aflojar y dar posibilidad a que se introdujera una nueva corriente. No podía ser de mano dura. Tenía que ser distinta. Así manchó la lucha de los pañuelos blancos. Porque al cierre de este periodo, el que nos queda como figura es Milani, no Hebe de Bonafini. El kirchnerismo pudo hacer ciertas concesiones porque se encontró con una condición que no van a tener los que vienen: el ajuste ya lo habían hecho los que se habían ido. Se dejó de pagar por varios años la deuda externa, por lo tanto el dinero quedaba adentro. Y la producción sojera tenía un valor de U$S 530 la tonelada de soja; ahora tiene un valor de U$S 370.
La Presidenta se jactó de pagar la deuda externa. Parece que hoy es progresista ser buen pagador. Nosotros nos educamos en la línea de que la deuda externa es una cadena al cuello del pueblo argentino. Por eso decimos siempre que no se debe pagar la deuda. Cuando se fue el gobierno de Isabel Perón, eran casi U$S 8.000 millones lo que debía el país; al final de la dictadura militar se habían transformado en U$S 45.000 millones; después de Alfonsín eran U$S 70.000 millones; cuando se fueron Menem y De la Rúa se había duplicado, U$S 140.000 millones. Y hoy la Argentina debe U$S 290.000 millones. No nos vengan con el cuento de que la deuda interna no es lo mismo que la externa. La deuda, externa o interna, la paga el pueblo argentino.
Scioli es continuidad con cambios: ese cambio es la reedición de la devaluación que hizo Kiciloff el año pasado. Cuán ajustados están los salarios, cuando trascendía que el 50% de los trabajadores formales no pasan los $5500, según cifras oficiales. Y si hay algo que criticar a la burocracia cuando convoca el paro, justamente es que no asuma como reivindicación principal el salario de los más pobres. Y junto con ello, que no se aplique el impuesto a las ganancias al salario. El salario no debe pagar ganancias, estamos de acuerdo. Pero que la burocracia sindical tenga la dignidad de reconocer que la gran mayoría de los trabajadores del país está lejos, por debajo de la línea de pobreza. Ayer salía que la canasta de pobreza era de $6.000. Los números hablan.
¿Y por qué hoy no es correcto ni vamos a participar en las elecciones? Tenemos una propuesta ante el año político, y apoyando ese auge de lucha que no pudo cerrar el kirchnerismo y que va tender a elevarse en los próximos meses, nosotros creemos que al conflicto hay que fogonearlo. Esa es una actitud revolucionaria. Por eso venimos con la táctica de la rebelión popular. Hay un auge, no hay derrota en el pueblo argentino. Hace varios años que, más allá de derrotas puntuales en una u otra lucha, no hay derrota del movimiento de masas, y la prueba está en que en los últimos 5 o 6 años no han bajado de 800, 900, 1200 conflictos. Más de una vez, luchas nacionales. ¿Qué tienen que hacer los revolucionarios con estas luchas? En gran parte lo hacen los trabajadores desde sus lugares de trabajo, en la pelea contra la burocracia, disputando palmo a palmo la defensa del salario, en gran medida lo están haciendo. Pero hay que tratar de que esas luchas, cuando llegan los tiempos electorales, en lugar de ser desviadas para la conformación de listas, tengan continuidad, porque gane quien gane lo que viene son planes de ajuste, y a los planes de ajuste se los para con mucha lucha. No con funcionarios: se los para la calle, en el piquete, la fábrica, pero no en el parlamento.
En este marco de auge, que estamos interesados en que tenga continuidad, nosotros también tenemos una propuesta electoral: la del “voto bronca”. No vamos a esconder la bronca, vamos a salir a trabajarla. No tiene candidatos la bronca, son los miles de compañeros que al otro día de la elección van a manifestar su indignación. Porque todos son conscientes de que se le está mintiendo al pueblo argentino. Estamos funcionando con un régimen electoral acuñado en el acuerdo de Menem y Alfonsín en 1994, el Pacto de Olivos, donde se instaló la posibilidad que el gobierno, el poder ejecutivo, gobierne mediante decretos. Y el parlamento pasó a ser un convidado de piedra. Un parlamento tendría que servir para nacionalizar las empresas de este país, para resolver el problema de la pobreza, el del narcotráfico, el de la corrupción; y este parlamento no está para resolver eso, sino para sostenerlo. Este es el régimen político. Y uno puede decir que cualquier resquicio es bueno para acumular. El partido revolucionario no acumula centralmente con las elecciones, lo hace, como lo demuestra la Historia, en la fábrica, en la ruta, en la universidad, en la calle, en el día a día de la lucha, pero con una perspectiva revolucionaria. Y este es un debate presente. Somos respetuosos de la izquierda, porque nosotros somos parte de ella. Pero junto con ese respeto está el debate. Respetuosos de los presentes, que si han venido hoy es porque tienen esa virtud, aunque comparten otros proyectos. Pero hay que hacer la revolución. La crisis está instalada. Está abierta esa posibilidad de “que se vayan todos”, aunque posiblemente después de las elecciones, porque llevará su proceso. Pero el pueblo no puede esperar, nosotros estamos convencidos de hacia dónde va esto. Si está abierta la posibilidad de un Porteñazo, un Cordobazo, un Rosariazo, pongamos el hombro para que junto con el “que se vayan todos” aparezca como remplazo la propuesta de un poder popular y no como en el 2001, cuando no estaban dadas las condiciones y no nos daba el cuero, donde el “que se vayan todos” al poco tiempo posibilitó el que vuelvan todos. Porque o se resuelve el problema del poder o tenemos esta falsa democracia para rato, en la medida en que la izquierda vez de proponer su propio espacio, se ponga a disputar con la burguesía un concejal, un diputado, una gobernación.
A la luz del debate instalado por Mao Tse Tung se construyó la experiencia de VC. No había que seguir el ejemplo de los partidos originalmente revolucionarios que habían decaído, que se habían transformado en partidos de la burguesía. Había que construir nuevos partidos. Y aquí estamos, 50 años intentando poner de pie nuestra organización: este acto es una manifestación de que estamos en eso. Y no es que no nos hemos equivocado, la revolución es un permanente camino de equivocación. Pero estamos educados también en la línea de luchar y perder, levantarse, luchar y volver a perder, y así hasta la victoria. Porque esa es la historia de la lucha de los pueblos. Aún seguiremos perdiendo compañeros, con o sin dictadura. Pero lo que hay que recuperar es la ideología. Decía Fidel en el momento en que habían matado al Che Guevara, que la causa de los pueblos no es derrotada. Pueden caer los hombres, pero el camino de la lucha de los pueblos no tiene límite en su continuidad. Lo que no puedan derrotar es la Historia, es la idea, y como el Che hay muchos; y la prueba está en que ayer, justamente, en pleno bombardeo de Yemen, en medio de los cañones, aparecía la bandera de Ernesto Che Guevara.
Son 50 años en los cuales sostenemos una caracterización de nuestra sociedad. Es un país capitalista dependiente, que enfrenta de un lado a la gran burguesía ligada al imperialismo y del otro lado a la clase trabajadora, la pequeña burguesía y los estratos pobres. Tenemos un programa: hay que estatizar la banca, el comercio exterior, los recursos naturales, no hay que entregar a las mineras los recursos estratégicos, no hay que envenenar a los pobladores con Monsanto o Syngenta, somos partidarios de estatizar los ferrocarriles como parte de un plan donde la estructura de los ferrocarriles no esté al servicio del imperialismo dominante, sino que esté al servicio del bienestar de nuestra población. El monopolio es la forma económica principal que caracteriza a nuestro país. Y hay que tumbar al monopolio, por eso nuestro programa es fundamentalmente antimonopólico. Y tenemos una táctica: la rebelión popular, sobre todo después del 2001. Y tenemos una estrategia que es la insurrección popular. El problema que hay en este país son las condiciones subjetivas: o reflotan los ideales que de la situación actual se sale con revolución, o tenemos para rato democracia dirigida por la gran burguesía en sus distintas expresiones.
Y tenemos una ideología, esa ideología curtida por Marx y Engels en 1848, por los comunistas de 1918 y los del ‘60, curtida por el ejemplo de nuestros compañeros como Roberto Cristina, que en plena tortura en el Vesubio gritaba “viva la patria, viva la clase obrera, viva la revolución”.
Y esa ideología, llamémosle leninismo, guevarismo, mariateguismo, es la ideología de la revolución.
Es la que no hay que regalar después de tanta sangre vertida.
En esa línea estamos educados y hacia allá vamos.
El acto contó con la presencia de Julia Camong de la Liga Internacional por la Solidaridad de los Pueblos (Filipinas); Carina Maloberti y compañeros de Convocatoria por la Segunda Independencia; Gustavo Funes y compañeros de Comunismo Revolucionario; el Partido Guevarista; MOVADEF Base Argentina; Enrique “Cachito” Fukman de la AEDD; David Comedi, integrante de la Red Internacional de Judíos Antisionistas. Participaron del mismo Fernando Isas, miembro de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas; compañeros despedidos de la comisión interna de Lear; MTD 17 de julio, Chaco. Entre los familiares de nuestros camaradas asistió Mónica, hermana de Roberto Cristina y Elcira, la compañera de Mario Geller y otros ex-camaradas.
También hicieron llegar su saludo Mariana Jáuregui, hija de nuestro camarada Emilio; José Luis Sottelo, Dino Zaffrani y Mario Alberto Díaz, viejos compañeros; Pepe Basualdo, delegado de señaleros del Sarmiento; Pablo Barberán, ex integrante de la comisión interna de Emfer y Tatsa; José Vera, delegado de Fernet Branca; Agustín Lecchi, delegado de Prensa de la TV Pública - Canal 7; la agrupación TxT ( trabajadores por Telam); la Corriente de Estatales Organizados (CEO); Natalia Vinelli y Lucia Maccagno, por Barricada TV; el periodista Herman Schiller, el abogado Guillermo Pérez Crespo por el Taller de Estudios Laborales; Fernando Krichmar del Grupo de cine insurgente; la Cátedra libre Pier Paolo Pasolini de la UNC; el Colectivo Hombre Nuevo; el docente y escritor Luis Argañarás; el centro comunitario Comunidad Rebelde de Rosario; el Club Social Atlético y Deportivo Ernesto Che Guevara de Jesús María Córdoba, Comunidad Educativa Rural de La Matanza (Km 44); la Casa de La Amistad Argentino Cubana de Bs. As.; la Comisión contra el desalojo de villa La Maternidad, Córdoba; la agrupación Che Quilombo; Razón y Revolución; Frente de Resistencia Nacional; Movimiento Brazo Libertario; Colectivo de Mujeres Antipatriarcales “Brujas en Resistencia”; Asociación Sindical de Trabajadores Cooperativistas y Precarizados (ASITRACOP); Colectivo Permanente de Lucha por las Mujeres Perseguidas, Refugiadas, Procesadas y Presas; Encuentro Antiimperialista, Montoneros Córdoba; entre otros.
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