Sitrac-Sitram y el Viborazo

Sábado, 14. Noviembre 2015

Esta nota recoge el relato del camarada Manuel Malvicino acerca de la intervención de Vanguardia Comunista en el Sitrac-Sitram, en el marco de una charla sobre la experiencia sindical de nuestro partido. Malvicino -que fue contemporáneo de esos hechos- resalta la decisión partidaria de construir en el seno de la clase trabajadora, particularmente en el proletariado industrial cordobés que venía siendo cabecera de la lucha popular en aquellos años, trabajando desde una línea insurreccional, abonando así al precepto según el cual no puede haber clasismo sin proyecto revolucionario.

La dirección del partido se había trasladado a Córdoba. Roberto Cristina se hizo cargo de atender el trabajo en Fiat, mientras Rubén Kriscautsky tomó la atención de IME (Industrias Mecánicas del Estado). Esto demuestra la decisión de destinar a los principales cuadros al trabajo dentro de la clase, en los centros urbanos y en los establecimientos más importantes.
Así comenzó nuestro paciente trabajo sobre la Comisión Directiva, los activistas más avanzados y los propios trabajadores de Fiat, hasta que pudimos ganar a un dirigente de la talla de José Páez, que fue el único militante de un partido político en la dirección del Sitrac. El compañero Páez llegó a ser miembro de nuestro Comité Central.
Y con esos compañeros, con el partido encima y con Roberto Cristina muchas veces en los alambrados de Fiat, empujamos de manera decisiva, y para nada espontánea, el Segundo Córdobazo conocido también como el Viborazo.
Según cita James Brennan en su libro El Cordobazo, Fiat era una empresa sitiada. El 14 de enero del ’71 la compañía decidió tomar la ofensiva y despidió a siete trabajadores, entre ellos Páez, Domingo Bizzi y Santos Torres, miembros del Comité Ejecutivo del Sitrac, y el delegado Gregorio Flores. Sitrac respondió con la ocupación de la fábrica, tomando como rehenes a los funcionarios de la empresa.
La dictadura de Levingston ordenó desalojar la fábrica en 3 horas. Los trabajadores de Fiat ignoraron la intimación, en tanto que los trabajadores mecánicos convocaron a la huelga para el día siguiente. El gobierno ordenó la reincorporación de los despedidos mientras asumía el arbitraje. El 15 de enero los trabajadores abandonaron la fábrica.
La agitación no desapareció. Agustín Tosco -referente de Luz y Fuerza y de la CGT de los Argentinos en la provincia- propuso una huelga general para el 12 de marzo. El día 7, José Camilo Uriburu, nuevo interventor de la dictadura en la provincia, prometió “cortarle la cabeza a la víbora que anida en Córdoba”. El día 9 se reunió el Comité de Huelga donde tenía participación el Sitrac-Sitram. El plan propuesto para la huelga incluía las ocupaciones de fábrica. Se resolvió que hubiera dos manifestaciones, una con ocupación de fábricas el día 12 y otra con columnas obreras sobre la ciudad el día 15.
El planteo que realizó el partido fue que veníamos del primer Cordobazo y que había condiciones objetivas para un segundo.
El 12 salieron los trabajadores de Fiat y se manifestaron en los barrios cercanos a la fábrica, donde ya hubo enfrentamientos con la policía. Tal como estaba convenido el día 15, el Sitrac-Sitram convocó a los vecinos y trabajadores del barrio Ferreyra y marcharon sobre la ciudad.
En la planta de IME, el secretario general de la Comisión Interna y además camarada del partido, después de realizar una Asamblea General también encabezó otra columna.
Tanto Sitrac- Sitram e IME fueron las dos columnas obreras más importantes que se movilizaron hacia la plaza Vélez Sarsfield, donde después del acto empezaron los primeros encontronazos con la policía. Allí ya había una columna de Vanguardia Comunista y otros sectores del combativismo sindical, estudiantil y político. A todo esto se sumó una columna del PRT que por primera vez levantó una bandera del ERP en una manifestación pública, aunque sin aportar ningún sector obrero o estudiantil de cierta significación.
En la plaza no estaban ni las tribunas ni los parlantes comprometidos por la CGT. Al vacío que dejó Atilio López se sumó Luz y Fuerza, que optó por no marchar y ocupar las plantas como la de Villa Revol.
Después de desatada la represión en Plaza Vélez Sarsfield, por la tarde decenas de empresas, bancos y supermercados fueron incendiados. La destrucción fue tal vez mayor que en el primer Cordobazo. Se levantaron barricadas y se cortó la ruta 9 de acceso a la ciudad. Nuevamente las fuerzas de seguridad habían sido superadas y abandonaron la zona oeste de la Capital. En el barrio de Clínicas se habían levantado más de 200 barricadas.
Este Viborazo tuvo repercusión en la política nacional, ya que impactó de lleno en el gobierno que tuvo que afrontar otro recambio de su elenco. Así lo reseñaba Brennan en su libro: “El 23 de marzo cae el gobierno de Levingston y asume Lanusse. Por segunda vez en menos de dos años los acontecimientos en Córdoba habían sido decisivos en el derrumbe del gobierno central.”
Para clausurar esta experiencia debieron ocupar las plantas militarmente el 26 de octubre; simultáneamente los trabajadores abandonaban los puestos de trabajo para reunirse en Asamblea, disuelta no con intimaciones sino con el uso de tanquetas, gases, perros, etc. Sus dirigentes fueron detenidos, y como eso no alcanzó debieron despedir a casi 300 trabajadores.

Más allá de los balances que pudieran hacerse de la experiencia del Sitrac-Sitram, lo cierto es que la misma ha quedado inscripta como sinónimo de clasismo en la historia política-sindical argentina.

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Sábado, Noviembre 14, 2015 - 00:15

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