Ruptura y continuidad en la era Barañao

Martes, 14. Marzo 2017

El modelo científico de Macri no tiene secretos ni tampoco los distintos modelos impulsados en materia de ciencia y técnica a lo largo de los últimos años; todos reductibles al principio elemental según el cual el monopolio es quien decide.

Esto, indudablemente, incluye a la comunidad científica, ya que sin ella ni las políticas de Estado ni los correspondientes beneficiarios de las transferencias de conocimiento, tendrían cabida. De hecho, la mayor parte de la comunidad científica viene asistiendo complacida a la enajenación de sus conocimientos sin el mayor reparo de sus usos y utilidades, por ejemplo, con la publicación acrítica de sus logros o la transferencia de sus patentamientos.
Por eso, resulta descarado el “desencanto” con el ex ministro de ciencia y tecnología de Cristina Fernández y actual ministro de Mauricio Macri, Lino Barañao, una vez que éste rompiera el contrato social y dejara de financiar la complicidad silente del CONICET con las políticas de Estado y los grupos monopólicos destinatarios de las mismas.
En su crítica a la ciencia occidental, el filósofo Paul Feyerabend afirmaba que la comunidad científica (designada por él como “Iglesia Universal de la Razón y la Verdad y del Pensamiento Único”) había perdido su relativa autonomía de antaño hasta depender, ahora, de la gran industria y la política científica del Estado: científicos, técnicos y especialistas sirven como refrendos de las políticas de los Estados y las multinacionales.
Y ocurre que el “nuevo” Barañao no es ni más ni menos que el “viejo” Barañao, ese que a poco de asumir a fines de 2007 protagonizara una polémica con Atilio Borón a propósito de la equiparación de las Ciencias Sociales con la Teología. Tampoco este Barañao es distinto de aquel que desautorizara los trabajos de Andrés Carrasco por vincular el glifosato con la producción de malformaciones y prohibiera, en complicidad con la plana mayor del CONICET, la presentación de sus resultados en la Feria del Libro.
Precisamente, por esta relación de carne y uña entre el CONICET y el “viejo” Barañao, el mayor organismo científico del país concluyo en julio de 2009 que:
-En cuanto se refiere a los efectos del glifosato sobre la salud humana, los estudios epidemiológicos revisados no demuestran correlación entre exposición al herbicida e incidencia en el cáncer, efectos adversos sobre la gestación, o déficit de atención o hiperactividad en niños. Tampoco se ha demostrado que el glifosato favorezca o provoque el desarrollo de la enfermedad de Parkinson.
-Si bien se ha señalado un aumento en la incidencia de aparición de defectos de nacimiento y de anormalidades en el desarrollo de hijos de aplicadores de glifosato, es difícil establecer una relación causa-efecto, debido a interacciones con agentes ambientales (generalmente mezclas de sustancias) y factores genéticos.
-Los resultados de estudios realizados en Argentina, sobre residuos de glifosato en granos de soja almacenados en silos, permiten concluir que su consumo implicaría muy bajo riesgo para la salud humana.1
Obviamente, el punto no es la continuidad de un ministro, la hipocresía de la comunidad científica como norma, o el problema particular del glifosato, sino la renta como fuente principal de ingresos al país y su disputa por parte de distintos sectores empresariales (gran capital agropecuario, industrial o financiero, según el gobierno), amén de las grandes empresas directamente vinculadas al agronegocio, la megaminería y la extracción de hidrocarburos.
De ahí que bien valga recordar que fallecido Néstor Kirchner, la presidenta Cristina Fernández avaló que el patentamiento de los desarrollos hechos por los científicos repatriados fuera la mejor forma de lograr una ciencia aplicada a su modelo de “crecimiento con inclusión social”, razón por la cual los científicos y los desarrollos financiados por su gobierno (alrededor de unas 20 solicitudes de patentes), vinculados a las ganancias fabulosas de empresas tales como Monsanto, Syngenta, Cargill y Nidera, de quien Barañao era el principal lobbysta, estarían en el centro de la decisión y éste sería el gran secreto de la gestión K en materia científica.
Por eso, Cristina Fernández anunció frente a los gerentes de Monsanto la defensa de las patentes (pues ahora Argentina produciría patentes), el acuerdo de aceptación de la propiedad intelectual de las semillas (hasta ese momento prohibida en la legislación nacional) y, cerrando el negocio, la instalación de la planta de tratamiento de semillas transgénicas en Malvinas.
Obviamente, el sistema de patentes generadas por la política de ciencia y técnica de entonces beneficiaría a las empresas extranjeras ya que las patentes logradas por el sistema de ciencia y técnica serían transferidas a las mismas, destacando una vez más la identidad renegociadora de la dependencia del gobierno K.
A modo ilustrativo, según los datos suministrados por la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana e Interamericana (RICYT) en 2005 las solicitudes de patentes de todas las industrias locales presentadas en el país ascendían a 1.054, mientras las presentadas en 2010 apenas llegaban a 552. En cambio, las patentes extranjeras presentadas ante la oficina de patentes de Argentina sumaron en dichos años 4.215 y 4.165 registros, respectivamente.
La asimetría y la extranjerización de la ciencia y la tecnología en Argentina eran evidentes y la estrategia del CONICET de transferir unas pocas patentes al exterior, llevando a disminuir el número de patentes realmente explotadas por empresas locales, era la verdadera identidad el modelo industrialista del que tanto se alardeaba.
Hoy, con Macri, Lino Barañao sigue siendo fiel a su condición de detractor de las ciencias sociales, defensor de los agronegocios y negador de los efectos perjudiciales para la salud y el ambiente de la explotación sojera, minera y petrolera. Tal vez el único giro de su política sea el destinatario de las rentas ocasionadas por dichas explotaciones, pero esa es una cuestión que excede su cartera.

Jorge Díaz

Notas
1Evaluación de la información científica vinculada al glifosato en su incidencia sobre la salud humana y el ambiente. Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos, Dto. 21/2009. CONICET. http://www.msal.gob.ar/agroquimicos/pdf/INFORME-GLIFOSATO-2009-CONICET.pdf

Publicado en: 
Martes, Marzo 14, 2017 - 18:30

Notas relacionadas